jueves, 30 de diciembre de 2010

No seas un desván lleno de trastos


Si eres como yo, de los que llegados los últimos días del año, rebobinas un poco la cinta de tus vivencias, seguro que llegas a la conclusión de que hay cosas por completar, por cuajarse aún mejor. Pero, ¿ sabes?, yo tambien llego a la conclusión de que todo lo que he vivido durante el año ha sido necesario para estar en el lugar en el que me hallo. Puedo pensar que, tal vez mereciera estar mejor, o haber vívido esto o aquello, sin embargo, me doy cuenta de lo cauta que es la vida conmigo. Pudiendome dar cuanto anhelo, me da porciones de satisfacciones al tiempo que me da quebrantos, nivelándome y calibrando mi voluntad, mi fueza, y porqué no decirlo, poniendo a prueba mis capacidades. Y todo esto no puedo por menos que agradecerlo porque, al fin y al cabo, es lo que me hacer ver la vida como es, sin panaceas ni ilusiones, sino con toda la intensidad que ofrece cuando se siente que hay mucho por vivir por delante y que, seguramente, lo mejor siempre está por venir.


No envidio absolutamente a nadie; hay quien tiene más dinero que yo, es más guapo, más inteligente, en fin...cualidades múltiples que les hace felices a ellos, pero no a mí. En mis imperfecciones veo la oportunidad siempre de utilizar la lima de la vida para pulirme, en mis arrugas propias de la edad, la huella de lo que he reído y de lo que aún puedo reír, en mi cuenta bancaria el agradecimiento de que pueda ir soportando mis gastos, y en mi corazón...todo lo que amo y soy amada por mi gente.


Y siendo aún más honesta conmigo misma, he de decir que si bien siempre deseo llenar huecos en mi alma, doy por bien cubiertos aquellos que ocupan su lugar y también doy por desalojados aquellos que los ocupaban los despropósitos, los desaires y personas que al final no estuvieron a mi altura. Y no me mueve el rencor, tampoco el despecho, sino el sentido práctico que al final debe prevalecer cuando algo o alguien no viene para quedarse contigo. No quiero convertir mis recuerdos en un desván con telas de araña, sino en una casa amueblada con lo necesario.

La vida, no es complicada, sólo se convierte en complicada cuando perseguimos lo que no está preparado para nosotros. Estoy plenamente convencida que en nuestra incompletez, nada nos vendrá dado si no en realmente lo que necesitamos, e incluso, aquello que creemos necesitar, es muy probable que no lo necesitemos tanto como creemos.

Asi pues, mis deseos para el año nuevo son simples; aquello que necesite y esté pensado para mí...no quiero trastos que acumular, no quiero ser un desván con cosas en su interior ya inservibles, y tampoco quiero que tú lo seas ni que acumules aquello que te quite espacio para todo lo que aún queda por llegar.

FELIZ AÑO 2011 a todos...


Pilar Martinez ( Diciembre 2010)

jueves, 23 de diciembre de 2010

Como Flores de Pascua


Publicado en la Revista " iglesia en Almodovar" Nº 240
Como flores de Pascua
Siempre me ha gustado la Navidad. Sí, ya se que el modo en el que vivimos la Navidad en esta sociedad nuestra, cada vez más superficial y pagana, no pone fácil despojarse de sus adornos y ver su auténtico sentido; pero ahí reside precisamente la necesidad de acudir al rescate de su esencia y de cuánto debe representa en la convicción de un cristiano, como es mi caso.
No es la primera vez que hago alusión al ehcho de ese sentir cada vez más colectivo de aquellos que, al llegar las fechas navideñas, dicen: " No me gustan las navidades, son un follón y esto deseando que pasen".
Bien, cada cual analizara y sopesará sus motivos, desde luego, pero creo que quien afirma esto es porque basa su Navidad en esas rutinas que se acostumbran a hacer esos días, tales como copiosas comidas con familiares con los que por razones demasiado consolidadas no se llevan bien, gastos en regalso que nunca se tiene la certeza de que vayan a gustar, la compra de esa lotería que casi nunca les toca, pero que cada año ven cómo han desembolsado una cuantia considerable e incluso más que el año anterior, por no hablar de esos villancicos dicharacheros que escuchan por todas partes y que les cuentan la historia de un niño nacido en Belén, de la que por otro lado, cada vez se enajenan más porque la inercia de la sociedad les empuja a no creer en nada.
Lo malo de este sentir y del envoltorio en el que empaquetan la Navidad es que, como pasa con tantas otras cosas, la mentira así como la distorsión de la realidad, se cree a pies juntillas, mientras que la verdad y la revelación de algo auténtico, en cambio, se discute, se rebate, se juzga e incluso se rechaza. Somos así de inteligente, o ¿ Tal vez necios?
No sé quién, ni dónde se escribió que en Navidad debemos hacer cosas diferentes o ser diferente al resto del año.
Hemos entrado en una dinámica tan del " porque sí" que ni siquiera tenemos respuestas contundentes para aquellos que nos pregutan por qué nos gusta la Navidad y por qué la celebramos con ilusión.
Buenos, pues, detengámonos a pensar un poco en ello.
Os voy a contar una historia, mejor dicho, una pequeña leyenda que hay sobre la Flor de Pascua, esa plantita que se compra por estas fechas para adornar nuestro hogares.
" Cuentan que cuando Dios creó la naturaleza y se recreó en ella, dio la oportunidad a cada planta y a cada flor de que eligiera una época del año en la que florecer y mostrar todo su esplendor.
Así, todas y cada una de ellas, daban su mejor aroma y color, siendo siempre elegidas por la mano del hombre que, en ellas, veía la belleza de la naturaleza; todas menos la pequeña plantita de flor diminuta que, aún esforzándose en crecer y dar lo mejor de sí misma, nadie la escogía porque no lucía flores hermosas y sus hojas verdes eran igualmente pequeñas.
Aún así, ella no decaía, cada año crecía e intentaba florecer con la esperanza de ser escogida.
Viendo esto Dios, le dijo:
- Me gusta tu generosidad. Te esfuerzas por dar tus dones a pesar de no ser escogida.. Voy a darte un don más.
Y derramando Dios unas gotas de sangre sobre las hojas de la planta, la tiñó de un rojo hermoso que la dotó de una belleza tan diferente que, inmediatamente, el hombre también la escogió.
Ella, contenta y sitiendo en su savia los dones que Dios le había otorgado, decidió mostrar todo su esplendor en una época donde no lo hacía muchas otras flores y plantas, por Pascua, tomando también así su nombre y dando esa tonalidad roja y verde a la Navidad, dos colores, el rojo y l verde, que significan la sangre renovadora de Dios y la esperanza que siempre trae la Fé para un creyente."
Leyenda o no, lo cierto es que su simbología es muy acertada pues, eso es realmente lo que debe sentirse en Navidad, lo mismo que hace el espiritu generoso de la planta a la hora de florecer y dar lo mejor de sí misma.
Toma la sangre de Dios y tiñe sus hojas para mostrar la belleza de la vida, de la existencia en sí misma para luego darse a los demás. Se mantiene igualmente verde y vigorosa proque sienta la fe poderosa y la presencia de Dios en ella, y nada perturba su ilusión y su alegría.
Así debemos ser nosotros, como flores de Pascua teñidos de Dios y de su esperanza porque, en realidad, lo que celebramos es precisamente el nacimiento de su hijo en la tierra, sangre de su sangre y la esperanza hecha carne, algo que debemos hacer en Navidad.
Simplemente debe ser una reafirmación, un enraizamiento aún mayor que no está de más celebrar con júbilo o incluso compartirlo con los demás en torno a una mesa con una bandeja de turrones.
No debe acobardarnos demostrarlo con nuestras pequeñas tradiciones tales como poner el Belén en neustros hogares, cantar villancicos o acudir a la misa del gallo del día de nochebuena. Dios nos quiere alegres, no hastiados y sabe que el hombres, en su humanidad, tiene un corazón festivo. Por tanto, nada debe impedirnos darnos a nosotros mismos en estos días a pesar de los falsos brillos y el mod que se desvirtúa la Navidad.
¿ Como debemos ser en Navidad, entonces?
Pues lo dicho, como flores de Pascua, impregnados del amor de Dios para dárselo a los demás, y esperanzados porque Jesús nació hace más de dos mil años con humildad, cuando bien pudo hacerlo con lujos y riquezas, ara mostrarnos el camino de la fe y la salvación.
Esta es la respuesta, la única para un creyente ante ese " porque sí" en el que vive esta sociedad la Navidad.
Si aún así, no logra convencer, amigo lector, tranquilo. Como bien dice el dicho, obras son amores y no buenas razones. Vive en consecuencia, da tu mejor color y tu mejor esencia y que cada cul, a tu alrededor, tome lo que necesite. Quien da lo que tiene, no está obligado a más.
Por mi parte, solo me queda desearos a todos una FELIZ NAVIDAD y mandaros con la imaginación la mejor Flor de Pascua escogida del jardín de Dios para cada uno de vuestros hogares.
Pilar Martinez Fernandez ( Navidad 2010)

lunes, 29 de noviembre de 2010

Un buen día


Hay días que amanecen como todos los demás, sin embargo, por alguna razón termian siendo de esos días en los que dices: ¡ hoy ha sido un buen día¡.
No sé, puede que algunas veces no necesite ocurrir nada especialmente importante, ni siquiera algo relevante en tu vida, basta con que se den una serie de circunstancias para darte un toque entusiasta y sentir una efervescencia alegre y vital, de esas que te hacen decir: la vida es estupenda¡¡¡¡
Es curioso que hoy haga un punto de inflexión sobre esta cuestión porque, en realidad, tengo más motivos para sentirme inquieta por todo aquello que circunda en mi vida que para vivir con sosiego.
Anhelo que mañana, un día que seguramente amanecerá y viviré minuto a minuto, sea un día de oportunidades, de soluciones, de esperanzas aunque me toque luchar y trabajar con ahínco, en definitiva, que prevalezca mi voluntad para construir bloque a bloque mi vida con dignidad.
Agradezco vivir, agradezco la salud que me acompaña, agradezco el cariño que me inunda de mi gente...y ojalá todo este agradecimiento revierta en ese deseo ferviente que tengo de ofrecer todos mis talentos al mundo, porque de otro modo no consigo interpretar mi papel en el guión establecido de la vida.
Y si como creo, Dios sabe lo que ha de hacer conmigo hoy, mañana y siempre, en Él confío para que de luz a este tunel sin fin en el que siento que vivo ultimamente, porque aunque me entusiasma vivir el momento, el Carpe diem tan recurrente que invita a ver el día a día con sus buenos momentos, también quiero construir un mañana más sereno y pleno donde me conforme con lo que tengo y no necesite más.
Espero qúe tú, tengas un buen día y que digas...¡ la vida es estupenda¡.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Soy una mujer de hoy


No es algo habitual que ponga mi foto para ilustrar uno de mis articulos, la verdad es que no lo he considerado nunca necesario para asomar con mis pensamientos en este espacio. Pero esta vez he decidido hacerlo para dar un toque más personal a mis reflexiones, siempre desde esa perspectiva en la que me coloco como observadora de lo cotidiano y de la vida en sí misma.
He titulado estas lineas, como habeis podido leer arriba, " soy una mujer de hoy". Lo he hecho con pleno conocimiento de causa porque si algo siento de verdad es la tremenda fuerza con la que tengo que vivir mi tiempo en esta sociedad nuestra.
Hoy ser mujer, no es quizá ni más fácil ni más difícil que en tiempos de nuestras abuelas y bisabuelas, sencillamente nos toca vivir de un modo diferente. Afrontamos la vida, eso sí, desde nuestra necesidad y derecho de ser nosotras mismas con nuestro talento y nuestras profesiones, algo que nos viene asociado con la maternidad cuando decidimos tener hijos.
A mi, ser mujer, me gusta. A veces nos quejamos por tener que depilarnos, por la menstruación, por la menopausia, por ese empeño nuestro por estar siempre divinas, sin celulitis, ni canas, manteniendo a raya las arrugas con nuestras cremas...pero aún así, ser mujer me enorgullece porque es mucho lo que han tenido que recorrer las mujeres ( nuestras antecesoras) para que nosotros, hoy, vivamos nuestra femeneidad con dignidad y respeto.
No me suelen gustar esos debates de guerras de sexos, generalmente suele caerse en los típicos roles e incluso en ironías absurdas. Una mujer no tiene porqué decir lo qué vale, día a día lo demuestra sin menoscabo del sexo opuesto, y el que no lo ve es porque " el pobrecillo" no ha evolucionado y no deja de ser digno de lástima.
Pero al margen de esto, que daría para muchas lineas, sí que quiero hacer hincapie en esas revistas de mujeres tipo Cosmopolitan, Mia, Clara, AR y similares.
Esas revistas, su santo y seña es " la mujer de hoy". Movida un poco por ese reclamo, este mes decidí comprar un ejemplar de la revista Cosmopolitan. No sé, pensé que traería articulos interesantes sobre algún tema de actualidad, no expresamente de mujeres, sino en un sentido más amplio. Para mi sorpresa, me pasé más de media revista viendo anuncios de perfumes, de maquillajes y demás sin encontrar nada interesante que leer. Cuando por fin creo que todo ese escaparate queda atrás, me encuentro con unos titulares del tipo " Como sacar partido a tus pestañas", "+ Guapa en otoño", " Abrigate de la forma mas chic"o " sesión de mimos", para decirme qué rimel tengo que comprar de la marca X al precio tal en la tienda cual de Barcelona, que ropa de marca, por supuesto, me tengo que poner para dar realce a mi figura, qué abrigos se llevan, y lo más gracioso, a qué lugares de belleza me tengo que ir para que me den un masajito y una buena limpieza de cutis, a mí, a una mujer que vive en Valladolid, que está sudando para sacar una tienda adelante en tiempos de crisis, con dos hijos adolescentes de los que ocuparse ¡¡¡ con lo que necesitan¡¡¡, como para irme a Barcelona a comprar un abrigo a cojón de mico o darme un masaje en un spa o una limpieza de cutis en el salón de belleza de la señorita Pepis...¡ no te fastidia¡¡¡.
Pero sigo leyendo, y aún me indigno mucho más. Resulta que tengo unas uñas desastrosas, por tanto lo mejor de lo mejor es que me haga una buena manicura y me ponga una laca de uñas ojos intenso porque está ¡¡¡ super de moda¡¡¡, luego como soy una chica Single ( o sea sin pareja y tan a gusto), pues resulta que me dan ideas para convertir mi dormitorio en una habitación de hotel, ¡ Habrasé visto semejante tontería¡¡¡ y para qué me hace falta a mí eso????
Para más coña, me aconsejan que me centre en mi trabajo, pero luego páginas más adelante me aconsejan que si los problemas me superan, no mire atrás y que me lo tome todo con buen humor, digo yo que será para que no se me acentuen más las arrugas, aunque con 41 años la naturaleza creo que tendrá que seguir su curso.
En otra página, bajo el insinuante titular " Tu, tú + tú" te dan 10 formas rápidas, ni una más ni una menos, para estar estupenda. Aqui ya es de troncharse; 1 Ponte en " cueros" para sentirte una autentica Killer, que alguien me explique qué es una Killer ( una matahari tal vez???), 2 Regalate una manicura, 3 Revive tu bronceado ; 4 pelos fuera , 5 Subete a las alturas ( alé a ponerte los taconazos ),6 haz una terapia de Shopping ( o sea vete de compras y frie la visa), 7 Potencia tu mirada ( rimmel a kilos), 8 saca pecho ( o sea comprate sujetadores nuevos), 9 hazte un brushing ( no sé qué es esto pero vete a la peluqueria y allí te lo dicen y te lo hacen por otro módico precio), 10 dale al Gloss ( otra palabreja absurda para decirte que te pongas los morros como las prostitutas).
Pero sigo, que la cosa no queda aqui. En la misma linea consejera, a saber por qué expertas o expertos en la materia, te sugieren " como ganarte a cualquiera en 3 minutos". Aqui los consejos ya son del tipo, di esto, encorvate un poco mientras hablas, recogete el pelo en una coleta porque luce mejor tu sonrisa...y demás tonterías.
Pero lo mejor cuando ya se meten en el terreno de " parejas" "amor y " sexo". Aqui ya los test son la caña. Preguntas como " " Los chicos pueden eyacular y hacer pis al mismo tiempo?, " SE inventará una viagra para mujeres?", " ¿ Cuantas calorías tiene el semen?, ( lo mejor, la contestación; 36 por cucharada¡¡¡) y chicas y chicos, lo siento, no sigo porque las otras 96 preguntas, hasta completar 100 son tan absurdas que me provocan verguenza ajena.
Todo esto, naturalmente viene acompañado por infinidad de firmas comerciales que seguramente financian esta revista de mujeres " de hoy", como yo pero que al parecer, tienen un nivel económico muy superior al mío y por supuesto con unos cuerpos diez si nos fijamos en las supermodelos que promocionan las prendas, los perfumes, los masajes y demás milongas.
LLegado a este punto, me reafirmo; soy una mujer de hoy, como muchas de mis congeneres que se levantan a las siete u ocho de la mañana para acudir a sus trabajos, que hacen equilibrios con su presupuesto para llegar a fin de mes, que se compran la ropa cuando la necesitan y donde la encuentran a un precio asequible, que saben sacarse partido con maquillajes de marcas baratas y si me apuran de la marca que tiene el mercadona, que saben arreglarse el pelo ellas mismas e incluso se lo tiñen en casa unas amigas a otras, y que en lo que respecta a sus parejas, amores y sexo, se guian por su corazón que al fin y al cabo es lo auténtico y no magreos de un día de usar y tirar.
ESo es ser mujer, de hoy y de siempre, y lo siento por esta y otras revistas de mujeres pero conmigo, no os esforceis tanto a menos que me ofrezcais lecturas inteligentes sobre temas como la mujer saharaui, por ejemplo, tan de actualidad ultimamente por lo que ocurre en el Aaiun.
La mujer no solo es imagen, ni debe unicamente preocuparle lo " monísima que debe estar siempre". Mujeres como yo tenemos la necesidad de cultivar nuestro intelecto, porque no somos muñecas de exposición, somos personas capaces de pensar, de analizar y de opinar.
Ya que hemos evolucionado tanto y con tanto sacrificio...por Dios, que se note¡¡¡

Pilar Martinez ( Noviembre 2010)

El amor, ¿ Es así como tú lo sientes?


El amor...es tanto en tan poco espacio. Un rincón del alma basta para ser ocupado por ese todo que todo lo cambia; un sentimiento, o tal vez una sensación total que no deja un solo resquicio de nuestro ser, vacío, aislado o incapacitado. Eso es el amor, sin duda. Capaz de ver la belleza, la autentica, la del alma, despojada de los cánones estéticos, de la edad, del tiempo, del espacio...Todo eso ni siquiera existe, no se ven y si alguien te dice o te grita:¡ Pero es que no lo ves¡ si es feo o fea, si es viejo o vieja, si es pobre o poca cosa...Tú no haces caso porque no ves con esos ojos fríos e insensibles, miras con los ojos del corazón, aquellos que te permiten ver más allá de lo físico, de todos esos condicionantes que para otros importan.

El amor no son besos, ni caricias, ni ese contacto carnal que atrae hasta quemar, es eso pero unido a mucho más, a un más allá. Es mirar en lo profundo de unos ojos y verse reflejado con un aura de adoración, de admiración, pero sobre todo, con la acogida de tu ser en el ser del otro allí donde reside ese espacio infinito que siempre te ha esperado a ti y no a otro, porque en ese espacio, solo tu cabes y encajas. Y en esa cálida acogida de la mirada profunda es donde se siente la poderosa fuerza del amor, que no tiene nada que ver con el modo en que muchas personas dicen quererse. Cuando se mira al otro hay que verle como es, sin querer ver lo que buscamos o lo que somos nosotros. El amor no pone listones, somos nosotros quienes los ponemos condicionados por aquello de lo que carecemos.

Amarse, es complementarse con el otro, es cierto, pero no convenirse porque en el momento que le ponemos al amor el acento en lo conveniente, sólo lo envolvemos ocultando tras el envoltorio el regalo que nos ha de colmar de ilusión.

Conozco matrimonios a mi alrededor que viven solo con ese envoltorio. No ves en sus gestos ni en sus rostros esa luz que nace de dentro cuando se está enamorado. Otras parejas en cambio, te trasmiten su amor con tal fuerza que te hace anhelar lo que ellos tienen, y aunque la envidia te inunde en esos momentos, también te hace mantener la esperanza de que, en realidad, el amor verdadero existe; solo hay que saber esperar, pero sobre todo, hallarlo allí dónde se encuentre aunque te lleve años y años encontrarlo.

El amor está en muchas cosas, en TODO. Aquel que afirme que no necesita el amor, se engaña, no solo lo necesita, es imprescindible para dar sentido a la vida, de otro modo, es morir lentamente sin dejar huella.

Y tú...¿ Es así como lo sientes?


Pilar Martinez ( Noviembre 2010)

martes, 2 de noviembre de 2010

Por una sonrisa

( Publicado en Revista Iglesia en Almodovar Nº 238 )

Becquer, en una de sus rimas decía: “ Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo, por un beso...¡ Yo no sé que te diera, por un beso¡.

He querido recordar esta rima a propósito. Sé que a Bécquer le inspiró esta rima ese profundo amor que le manaba del corazón y que por otra parte tanto anhelaba dar a alguien, de tal manera que todo lo elevaba a una infinitud tan inabarcable como inagotable. A mí, sin embargo, esta rima me inspira algo más. Me sugestiona poéticamente sobre algo que está en cada uno de nosotros; la sutil belleza de una sonrisa.

Me ocurría unas horas antes de escribir estas líneas, una situación de esas que suelen ocurrir más de una vez pero que por alguna razón, hay momentos en los que te resulta simpática o digna de mención. En un banco de la iglesia de mi barrio durante una misa, junto a sus padres, estaba sentada una niña de unos tres años. Balanceaba sus piernecitas que no le llegaban al suelo, jugueteando con esa inercia que se produce cuando hay un espacio amplio para dar rienda al movimiento. La niña tenía un aspecto infantil de esos que te llaman la atención. Dos coletas respingonas de pelo negro azabache y unos ojos igualmente negros y grandes, se diría que inocentes pero al tiempo muy curiosos e inquietos. De pronto, como si hubiera intuido que la estaba observando, dejó de balancear sus piernas, giró su cuerpecillo y me miró fijamente. Al instante siguiente, me dedicó una sonrisa amplia, de esas que surgen espontáneamente. Yo le sonreí tambien, y ella, tímida, volvió a su juego de balanceo de piernas para luego volver a mirarme. Había captado mi atención y supongo que en su mente infantil, había también comenzado el peculiar juego de ahora te miro, ahora no te miro, y cada vez que la pillaba mirándome, ella volvía a sonreír al tiempo que se mordía el pulgar pícaramente y torcía su mirada para volver a tentarme. El juego duró unos cinco minutos, un tiempo en el que yo también fui una niña que miraba a otra niña y sonreía sin saber muy bien porqué sonreía. Sin embargo, he aquí lo hermoso de esta situación. Unas miradas y una sonrisas que sin tener ningún motivo ni pretexto, durante cinco minutos me permitieron ver el rostro amable de la vida, del ser humano y el bello poder que tiene la sonrisa. Para esa niña fue un juego inocente, para mí toda una metáfora. Cuando algo amable te ocurre, el modo en el que te mueves y donde te mueves, parece que, de repente, tuviera otros matices. Todo parece más alegre, con más brillos, con más color...y que duda cabe que tú, también, terminas integrándote en ese entorno con otro espíritu.

Por eso, entender a Bécquer cuando habla de una mirada y de una sonrisa, es tremendamente fácil. Su poesía se convierte en tu poesía. Una mirada, efectivamente, puede ser todo un mundo, toda una apertura a la vida que se tiene delante. Una sonrisa, un cielo despejado, con un radiante sol dando luz y calor que te hace ver todo con otra claridad.

¿ Por qué entonces no sonreímos más a menudo?, ¿ Por qué no miramos más allá de nosotros mismos?, ¿ Por qué solemos caer más en el enfado, en la acritud, en la irritabilidad que en la sonrisa cuando, en realidad, es nuestro modo de mirar el que muchas veces nos hace ver sólo lo feo o incluso verlo todo más feo de lo que realmente es?.

Los niños son capaces de sonreír con espontaneidad porque su inocencia criba la maldad, la desconfianza. También su mirada es diferente porque en su imperativo de crecer, hay una necesidad de aprender de su entorno. Ciertamente, no podemos ser eternamente niños aunque una parte de ese “ niño” interior, sí que debiera conservarse, pero sí que podemos depurar nuestra mirada, nuestro modo de ver la vida, y, por qué no, sonreír; sonreír más a menudo a quienes nos miran, a quienes nos hablan, a esa realidad que aunque no nos guste algunas veces, siempre puede mejorar si nuestra actitud ante ella es más de confianza que de vivir continuamente en la queja.

Admiro a esas personas capaces de sonreír ante la adversidad. Admiro a quienes miran con amplitud a pesar de sus miopías, a quienes giran la cabeza para mirar a su alrededor y lo hacen dispuestos a sorprenderse gratamente y sonreír.

Vivimos unos tiempos dónde el frenesí de nuestros quehaceres nos hace vivir tan deprisa que apenas nos damos tiempo para detenernos en lo que tenemos al lado y admirarlo.

Vivimos tan rutinariamente que terminamos perdiendo la costumbre de tomar iniciativas para seguir descubriéndonos, y lo que es aún más lamentable, actuamos tan mecánicamente muchas veces que, sonreír, llega a suponernos un esfuerzo añadido.

Realmente cuesta muy poco sonreír, unos cuantos músculos de nuestro rostro y una voluntad generosa.

Justamente, antes de acabar este escrito, una amiga me mandaba un e mail con unas fotos de niños muy divertidas donde era inevitable reirse. Lo curioso de esto, ha sido el modo de terminar ese mail:

“ si no envías esto a unos cuantos amigos, habrá menos gente riendo en este mundo”.

¿ Casualidad?, no lo creo. Más bien providencial, como suelen ser casi siempre todas aquellas cosas que, a modo de flash llegan hasta nosotros, nos sorprenden y vienen con pretensiones de enseñarnos algo.

Haré caso al mensaje y lo reenviaré a todos esos amigos a los que aprecio. Si como decía Bécquer, por una sonrisa, un cielo, cuanta más gente sonría, mejor y más cerca estará el cielo de este mundo en el que vívimos.

Pilar Martinez Fernandez.

domingo, 10 de octubre de 2010

El hombre de las pequeñas manos

Historia publicada en la revista iglesia en Almodovar nº 237

Acostumbro a contar historias a partir de esas pequeñas cosas que ocurren a mi alrededor, ya lo sabeis. Es un defecto de escritora, supongo, pero lo cierto es que gracias a ese defecto me doy la oportunidad de ver cosas que sin llegar a ser extraordinarias, me dan una visión más panorámica de la vida; de tal manera que en la singularidad encuentro casi siempre mucho de lo que aprender. Asi pues, permitidme una vez más compartir otra historia con vosotros.
Acontencían esos días de fiestas patronales en Valladolid, ocasión que suele ser muy propicia para aquellos que acostumbran a hacer de la calle un improvisado escaparate en cualquier rincón y mostrar sus habilidades.
Fue, precisamente, en uno de esos rincones del centro de mi ciudad, donde apareció el protragonista de esta historia; un hombre bajito, de brazos súbitamente cortos y manos pequeñas, como si éstas hubieran querido romper abruptamente de esas extremidades a pesar de su malformación.
La primera vez que lo vi, sólo me detuve un instante a ver los objetos que depositaba en el suelo. Una maqueta de un avión, de una motocicleta y alguna otra cosa más que en ese momento iba sacando a cuenta gotas de un bolso.
Me llamó más la atención el hombre por su malformación que por los objetos que colocaba en el suelo. Me invadió ese sentimiento, tan equivocado, por cierto, que se suele tener cuando vemos a alguien con una discapacidad, el de la lástima, un sentimiento que tan sólo repara en lo que ve en superficie, es decir, un ser humano mermado y por tanto diferente.
Pero, una vez más, aquello venía con pretensiones de hacerme ver otra realidad, mejor dicho, lo que realmente había detrás de esas pequeñas manos.
Horas más tarde, volví a pasar por el mismo lugar donde estaba ese hombre. Era ya de noche pero la semioscuridad de la calle fue, precisamente, la aliada perfecta. En el suelo, el hombrecillo de brazos cortos y manos pequeñas, había depositado todos los objetos que al parecer llevaba en el bolso. Allí estaban más réplicas de aviones, de motocicletas, ceniceros, y lo que más me gustó a mí, unos pequeños luceros que centelleaban tenuemente gracias a la vela que tenían en su interior. Proyectaban una luz tímida, pero al tiempo dibujaban en el rostro de ese hombre unas líneas duras que lo hacía mostrarse serio, quizá demasiado serio.
Esta vez me quedé al pie de aquellos objetos un buen rato. No eran de materiales nobles ni piezas talladas en madera, ni orfebrería; se trataba de meros objetos obtenidos a partir de latas de cerveza y de refrescos.
Lo increíble, a parte de la enorme creatividad de ese hombre, era el modo en que movía sus pequeñas manos para manejar aquellos objetos. Daba la sensación de que, en cualquier momento, se le iban a escapar de sus dedos e iban a terminar estampados contra el suelo, pero su habilidad era tal que no sólo conseguía manejarse perfectamente, sino que además era capaz de crear con esas pequeñas manecillas a partir de una simple lata de coca cola o de cerveza, bonitas figuras.
Alrededor del hombre empezamos a quedarnos varias personas. Todos, secretamente, estoy segura, nos preguntábamos cómo era capaz ese hombre de brazos tan cortos y manos tan singulares de crear aquellas pequeñas artesanías a partir de una simple lata. La imaginación no parecía tener límites establecidos para un hombre aparentemente limitado por ese defecto en sus extremidades.
Algunas personas cogieron algunos objetos para observarlos más detenidamente y, mientras los observaban , él no hacía nada. Seguía serio, sin decir absolutamente nada. Nadie terminaba de saber si aquellos objetos que se alineaban en el suelo, estaban realmente a la venta, y si lo estaban, tampoco nadie sabía cuánto podían valer. No había ningún precio marcado.
Me decidí a coger uno de los luceros que tenía encendidos, y mientras lo observaba centellear en mi mano, le pregunté:
- ¿ Cuánto cuesta?.
El hombrecillo, levantó la mirada y sin dar demasiada importancia a la cuestión me contestó:
- La voluntad.
Inmediatamente a la respuesta, aquellos que habían cogido las réplicas de una motocicleta o de un avión, enseguida vieron la ocasión de sacar partido al momento porque aquellas piezas eran toda una demostración de creatividad que no dejaban indiferente cuando se las veía con detenimiento. Pensaron que por " la voluntad", un concepto tan relativo por otro lado, podían llevarse a casa un objeto llamativo y original aunque fuese con latas de coca cola, Aquarius o cerveza.
Viendo el hombrecillo el percal y adivinando el pensamiento de algunos de los que estaban allí contemplando sus pequeñas obras, se apresuró a decir:
- Esas figuras de ahí cuestan 20 euros, lo demás es la voluntad.
En ese momento yo pensé con el lucero en mis manos:
- ¿ Y cuánto puede ser la voluntad para llevarme este objeto tan sencillo pero tan original al mismo tiempo?
Si estimaba el material del que estaba hecho, la verdad es que no valía gran cosa, pero si por el contrario valoraba la labor de esos brazos cortos y de las manecillas pequeñas de aquel hombre para trabajar esas latas y crear algo tan sencillo y bonito al mismo tiempo, la cosa ya tomaba otra consideración.
- Realmente, haces cosas muy bonitas con las latas, son de una imaginación extraordinaria, le dije sin dejar de contemplar el lucero.
Lo demás me gustaba, pero ese objeto, de pura sencillez, me encandilaba porque en él se perfilaba la delicadeza de quien lo había trabajado.
El hombre, con esa seriedad que no había dejado de tener en todo momento, sin dar demasiada impoertan al asunto sentenció:
- Es fácil de hacer. No tiene nada...
Y se encogió de hombros al tiempo que se detenía más minuciosamente a colocar los objetos que la gente, una vez conocía el precio, volvía a dejar en el suelo.
- Bueno, eso de que no tiene nada, no es verdad. Todos sabemos qué hacer con una lata; tirarla a la basura, tú en cambio la reciclas y sacas cosas preciosas de ella con tus manos y tu imaginación..., le dije con ánimo de alentar su talento.
Y sin pensarlo más, saqué 5 euros de la cartera y le compré el lucero. Quizá mi voluntad no fue demasiada, o quizá si lo fuera, no lo sé bien, pero lo cierto es que en el rostro del hombrecillo, por primera vez vi un atisbo de satisfación dentro de esa seriedad que le caracterizaba.
Al tiempo de ponerme el lucero en mis manos, el hombre se tomó su tiempo en explicarme cómo debía utilizar el objeto. Con sus ágiles dedos, comenzó a desmontar el lucero para volverlo a montar y mostrarme así los pequeños secretos del objeto, tal vez sencillo, como ya he dicho, pero a todas luces, y nunca mejor dicho, original.
Cuando terminó su explicación, me entregó el lucero y casi en un susurro, alcancé a escucharle:
- ¡ Muchas gracias...¡
Ese gesto, humilde al tiempo que agradecido, fue lo que definitivamente me dio pie a contar esta historia porque comprendí en ese momento que no había comprado un objeto, sino que había dado valor al buen hacer de ese hombre disminuído fisicamente, no con demasiado dinero seguramente, pero sí con la voluntad de contribuir al modo en que había decidido ganarse un poco la vida.
Me quedé junto a las amigas que me acompañaban un rato más observando al hombre de manos pequeñas. Aquellos que le preguntaban con cierto interés, él se tomaba su tiempo en explicarles cómo hacía aquellos objetos. Después se sentaba de nuevo en un pequeño taburete y, cabizbajo, observaba sus pequeñas creaciones.
Y pensé a partir de esto en esos inescrutables caminos de Dios y la capacidad del ser humano de desarrollar sus capacidades a partir de sus dificultades. No es la primera vez que reflexiono sobre esta cuestión, sin embargo, ver a este hombre trabajar con sus brazos y sus pequeñas manos esas latas vacías, me hizo una vez más comprender cuán bella puede resultar la diferencia y cuánto puede Dios sembrar de genialidad en quienes nacen diferentes o con alguna limitación.
Este hombre pudo caer en la fácil actitud del tremendismo, como hacemos muchas veces aquellos que tenemos las facultades plenas cuando se nos tuercen las cosas, tambíen en el vivir encadenado a la malformación de sus extremidades; sin embargo Dios puso en él un talento alternativo para darle la oportunidad de sobrevivir y por qué no decirlo, incluso de hacer útil y bella su minusvalía.
He aqui, pues, la belleza emergente de la dificultad que debemos admirar y sobre todo valorar. Yo la valoré con una modesta voluntad de cinco euros pero, como bien se dice, " quien da lo que tiene, no está obligado a más" y yo no llevaba mucho más en la cartera en ese momento, esa es la verdad.
Por cierto, esta historia la he escrito con el lucero del hombre de las pequeñas manos encendido. Forma parte de esos objetos de escritorio que tengo junto al ordenador portatil. No sé lo que durará ese lucero, si mucho o poco, pero mientras dure he decidido que ilumine mis ideas, al fin y al cabo, si como creo es obra de Dios en las manos de ese hombre, ¿ Qué mejor que ese lucero para dar luz a mis pensamientos?...
Pilar Martinez Fernandez ( Septiembre 2010)

domingo, 5 de septiembre de 2010

Como vasijas de barro


Articulo publicado en la revista " Iglesia en Almovodvar" Nº 236 del mes de agosto 2010
En una iglesia de un lugar en el que estuve no hace mucho, esuché una voz cantando una canción que hacía tiempo no escuchaba. ERa una voz dulce al tiempo que envolveste. La acompañaba únicamente los acordes de una guitarra.
Busqué la persona que cantaba de aquella manera. Fue fácil hallarla. En un banco, muy cercar del altar, había una mujer con una media sonrisa dibujada en su rostros mientras cantaba y tocaba con su guitarra.
Me desconcertó su mirada; parecía no mirar a ninguna parte, como si notuviera nda delante, ni a los lados, pero al mismo tiempo como si existiera toda una apertura infinita frente a ella.
La canción que cantaba era " El alfarero", aquella que dice: " Señor yo quiero abandonarme , como el barro en las manos del alfarero, toma mi vida y hazla de nuevo. Yo quiero ser, yo quiero ser un vaso nuevo".
Al escucharla, sentí que me la estaba cantando a mí, no quizá de manera exclusiva, lo sé, pero sí como quién lanza una hoja escrita al viento y cae en las manos de alguien para que la lea.
Cuanto más repetía el estribillo, más me llegaba al alma, de tal manera que, también, cuanto más la escuchaba, más me gustaba su voz y su modo de cantar.
Fue un momento en cierto modo agridulce; por un lado un regalo para los oídos y por otro un latido doloroso para un corazón y un alma, la mía, que muy a menudo se ve como un trozo de barro aún por determinar, sin llegar a ser aún una vasija completa.
Cuando terminó de cantar la mujer, se hizo un breve silencio en la iglesia, momento que me sirvió para comprender lo que acababa de ocurrir; había tenido una experiencia espiritual, de esas que en tu desnudez ante ese Dios en el que proyectas tus firmes creencias, Él llega para arroparte, para abrigarte de ese frió que trae tus duduas, tus miedos, tus inseguridades...
Y como quien tiene una inspiración dolorosa al tiempo que cálida, desde mi interior una voz se hizo eco y me dijo: - Sí, es cierto, quieres ser un vaso nuevo, o mejor, una vasija con más capacidad para llenarla de cosas buenas.
Fue un momento intenso, de esos que de repente te abren de par en par las puertas de la esperanza y depositas toda tu confianza y toda tu vida en Dios.
A menudo, siento que soy un vaso que se derrama, a ratos tambien me siento frágil, en fin...debilidades puramente humanas que en mi caso ponen a prueba mi fortaleza de espiritu.
Pero sí puedo decir que esta experiencia, tal vez por tener pro mensajera a nuna mujer especial de la que aún me queda lo más importante por contar, no es de las que caerán en olvido, al menos de una manera consciente porque lo cierto es que son muchas las cosas qu vienen con pretensiones de colarse y hacerse su sitio en nuestro intelecto y en enuestra alma, pero solo algunas consiguen la categoria de ser " revelaciones".
Y eso fue, sin ninguna duda, una revelación acompañada de todo un ejemplo de vida y de fe, la de Margarita, así se llamaba la mujer que con el único acompañamiento de su guitarra y su angelical voz, ella solita llenba toda una inmensa iglesia de himnos y mensajes alegres de Dios.
Me recordaba a Elsa Baeza cantando su famoso " Credo", pero no era ella. Margarita, en sí misma tenía su propio credo, su propia fe; cantar en la iglesia era el modo de proyectarse, de elevarse muy por encima de sus limitaciones.
Esa mirada que yo vi detenida en la amplitud de lo difuso e infinito mientras escuchaba la canción de " El alfarero", la provocaba su ceguera.
Era ciega, sí, toda una limitación cuando hay tantas cosas bellas que ver, sin embargo, me demostró que veía más allá de lo que muchos, con plenas facultades, podemos llegar a ver.
Al hablar con ella y percatarte de su ceguera, esta mujer es capaz de notar en tu voz tu contrariedad en incluso tu lástima, sin embargo ella, sonriendo y sin perder el sentido del humor, al intuir tus sensaciones en el modo de tratarla, te dice: - " No sientas tristeza ni pena por mí. Soy ciego pero tengo fe en Dios, siempre está conmigo guiandome, y también tengo a mi hijo aqui a mi lado. Soy muy feliz por tener estas dos cosas".
Naturalmente, al escuchar con tanta convicción su poderosa fe, la crees, pero cuando ves que guarda su guitarra sin perder la sonrisa al tiempo que a su alrededor empiezas a llegar personas a besarlas y a a alabar su voz y sus canciones, y además ves en su rostro alegría y satisfacción, inevitablemente, surge en tí un sentimiento amable hacía semejante persona pues ante ti ves la fuerza que pone cada día ese Dios en el que crees, en aquellos que bien podrían sentirse débiles y, sin embargo, viven con vigorosidad la vida que tienen ante sí.
En esa mujer y con esta experiencia, yo descubrí toda una vasija llena de cantos y mensajes alegres y esperanzadores, y lo que era aún más ejemplar, se sentía plenamente feliz.
Fue una vez más a la misma iglesia con el pretexto de escuchar de nuevo cantar a Margarita, y lo cierto es que no dejé de observarla , y cuanto más la observaba y escuchaba, más admiración me inundaba dejando atrás cualquier sentimiento de lástima que pude tener al conocerla.
Esta vez, me acerqué para alabar su voz y el modo de cantar sus canciones, y ella, con una modestia llena de humor dijo: - Sois vosotros los que me escuchais de modo diferente cada vez porque yo, siempre canto lo mismo y de la misma manera"-.
No sé, es muy posible que tuviera razón pero yo, que de niña canté más de una vez esa canción de " El alfarero" en el coro de mi colegio además de oírla a lo largo de mi vida más de una vez, he de decir que en su voz la escuché bien distinta y la sentí calar dentro de mí de un modo también distinto.
Son, como alguien me dijo después al compartir esta experiencia, los milagros que logra la fe cuando se cree y se tiene el corazón abierto a Dios.
Aprendí que, un corazón jubiloso eleva la mirada más allá de los obstáculos. También que todo aquello que se hace con convencimiento pleno en lo que se cree, consigue contagiar de júbilo a cuantos buscan el sentido auténtico de sus vidas, un sentido que solo Dios da forma si dejamos que el corazón sea, figuradamente, una vasija de barro en sus manos.
Pilar Martinez Fernandez.

jueves, 26 de agosto de 2010

Aprendiendo de " El Principito"

El "Principito", qué tierno personaje. He leído unas cinco o seis veces, no lo sé con exactitud, el libro de Antoine de Saint Exupery, y siempre que lo he leído pareciera que lo leía de nuevo, y no sé bien explicar porqué, pero lo cierto es que cada vez aprendía algo distinto o mejor dicho, una cosa más. La última vez que lo he leído, reparé en la relación de El Principito con el zorro, sobre todo cuando le decía eso de: " eres responsable de lo que has domesticado".

Cuántas veces no nos ocurre a lo largo de nuestra vida que llega a nuestras manos algo que termina dependiendo de nosotros, de nuestro buen hacer y nos invade el temor de no afrontar con absoluta madurez y sensatez nuestro deber. Más de una, a menudo con animalillos que nos salen al paso como un gatito, un pajarillo caído del nido, un perro que nos sigue en la calle y nos da lástima dejarlo...y otras con algo mucho más comprometido como un hijo, un amigo, nuestros padres...

Cuando entramos en el plano de los sentimientos y establecemos una relación, se crea un vinculo tan importante que, efectivamente, somos responsables de aquellos que, en cierto modo, hemos domesticado, no dominado ni moldeado a nuestro antojo, sino metáforicamente hablando de aquellos que hemos conseguido atraer hacía nosotros para permanecer a nuestro lado, de tal manera que su bienestar entra a formar parte de nuestros desvelos.

El problema que suele amedrentar esa " responsabilidad", no es otro que nuestra propia torpeza a la hora de enfocar los sentimientos. La desmesura de protección en nombre del cariño, a menudo deriva en el exceso de celo, de tal manera que aprisiona la voluntad de ese " ser" que nos da la mano para estar junto a nosotros.

Nadie, en nombre del amor, del cariño, de los vinculos familiares o de la amistad, tiene el derecho a ejercer sobre otro ser la imposición. El verdadero cariño, quiere a pesar de, por encima de...acepta lo que tiene delante sin condiciones. Aquellas hermosas palabras que hemos escuchado todos de " querer sin límites".

Volviendo a " El Principito" cuando habla de " su rosa". Del mismo modo que el zorro le dice que es responsable de lo que ha domesticado, El Principito comprende que hay muchas rosas, pero ninguna es como su rosa, porque para él es única y diferente a todas las demás y la quiere, y ese sentimiento puro es lo que le hace sentirse responsable de ella para que siga siendo todo aquello que ve en la flor aunque existan otras semejantes a ella.

Ese es el sentimiento, ser únicos para quienes nos quieren, considerar únicos a quienes queremos, sentirnos responsables de ellos y del cariño sin querer cambiarlos por otros ideales o desecharlos por no ser como nosotros queremos.

Bien si somos zorros domesticados, rosas hermosas o Principitos con responsabilidades en nuestras manos, lo importante es saber que el amor sin límites es lo que mueve nuestras vidas.

Pilar Martinez Fernandez ( Septiembre 2010)










martes, 13 de julio de 2010

¿ Lógico o evidente?


Suelo hacerme demasiadas preguntas. Es un defecto, o tal vez el modo de tomar conciencia de cuanto me ocurre, no lo sé, el caso es que a casi todo le busco una lógica, un por qué, algo que sacie esa sed de dudas que me provoca la vida en sí misma.
Por lo general, y he aquí lo frustrante de hacerse tantas preguntas, no hay respuestas inteligentes, otras veces ni siquiera valientes, sino tópicos o pensamientos que eclipsan los verdaderos sentimientos y bellas sabidurías.
Vivo verdaderamente resignada al silencio y banalidad de muchas de las respuestas a mis preguntas, una pena si pienso en todas las oportunidades pérdidas de aprender algo nuevo, pero aún así, no cejo en el empeño de encontrar en lo cotidiano vivencias bellas, y porqué no, extraordinarias.
Hace unos días, me quejaba precisamente ante un amigo de mi poca capacidad para entender algunas cosas, y él me decía que cuando algo no se entiende con la lógica pasa al plano de " lo evidente", una consencuencia lógica, valga la redundancia pero al tiempo tan simple que incluso puede llegar a desesperar. En mi pensamiento, no obstante, esta idea quedó pegada con una chincheta para evitar que cayera en el vacío.
A los pocos días, este amigo me mandó una frase suya por e mail, decía así: " hay cosas en la vida ( y son las más bellas) que carecen de toda lógica o que no se explican totalmente con la razón. Por tanto, creo que lo único que toca es " vivirlas"en lo que se pueda y dejar a la razón y a la lógica en silencio."
Al acabar de leer esta frase, comprendí lo que este amigo trataba de enseñarme con su diferenciada consideración hacía mis preguntas: lo importante en sí mismo es tener el gozo diario de despertar después de un reparador sueño y tener todo un día por delante para "vivir".
Ese " vivir" a ratos puede ser gratificante, otros inquietante, con algún tropiezo o en el mejor de los casos con un éxito o logro, pero en cualquier caso, sin vivir encadenado a la lógica y la razón como el mejor modo de afrontar nuestra vida, o mejor dicho, de comprender nuestra existencia y nuestros pasos.
Soy tozuda en algunos aspectos. Anoto la lección de este amigo pero me temo que la lógica y yo llevamos demasiado tiempo juntas como para desligarnos. Claro que, el zafarrancho interior llega cuando el corazón, también quiere tomar partido. Aqui esa famosa frase de " El corazón tiene razones que la razón no entiende" en mi caso es un varapalo que algunas veces me ha dejado vencida. Vencida sí, porque el corazón usa un lenguaje embriagador que a menudo distorsiona la realidad, una distorsión que termina dando su verdadera cara cuando has hecho seguramente demasiadas tonterías en vano, momento en el que " la razón" te pone en tu lugar.
No sé, tal vez pensar demasiado, sea un mal entrenamiento para la razón, asi que mejor lo dejo estar, al fin y al cabo, cada día trae su acontecer y ciertamente, lo único que es a ciencia cierta razonable es que con un día por delante, lo evidente es " vivir". Asi pues, dejaré para quien quiera pensar más alla, la pregunta en el arie ¿ Lógico o evidente?
Pilar Martinez Fernandez ( Julio 2010)

jueves, 8 de julio de 2010

El canario que sabía iba a morir


Hoy, un pajarillo ha muerto en mis manos. Era un canario amarillo, algo pintosillo en la testuz de su diminuta cabezita, y, en sus alitas, pareciera que un tiznón de carboncillo le hubiera quedado desdibujado en las plumas. Era singular sin llegar siquiera a lo excepcional pero lo había puesto en la jaula junto a una hembra para que tuvieran descendencia.

Al verlo mustio, alicaído en la parte baja de la jaula, lo cogí suavemente. No opuso resistencia, no aleteó, ni tan siquiera se sintió estrasado como suele ocurrirle a los pájaros cuándo sienten la mano del hombre sobre sí. Se dejó coger e incluso se acurrucó en mi mano al tiempo que encogía las patas. Al instante siguiente, ladeó la cabeza y comenzó a cerrar los ojillos lentamente.

A mi lado, estaba un amigo que, al ver la escena me dijo:- Se ha despedido de tí, ha esperado que lo cogieras para morir tranquilo.

No comprendí en ese momento qué había podido ocurrirle a esa tierna avecilla; un golpe de calor, tal vez, una muerte súbita sin más...no lo sé, pero la sensación de sentir marchar una vida en tus manos por muy absurdo que pueda parecer sentirlo por un pajarillo, me dejó tocada la fibrilla sensible.

He tenido varios animales a lo largo de mi vida, por tanto también puedo afirmar que por el camino se han ido quedando poco a poco, algunos de viejos como mi primer perro Hobo, otros por accidente como Milo o Copo y otros desaparecidos como mi última gatita Princesa.

He sufrido durante un tiempo moderado todas esas pérdidas sin embargo siempre me he quedado con una sensación que si bien no acierto a explicar, por el contrario me ha llevado a preguntarme si, en todo momento, esos animales presentía que iban a morir.

Hobo murió intentando llegar al lugar donde sabía que estaba la familia; igualmente lo intentó Milo con su pata destrozada.

Aquellos que queremos a nuestros animales, sabemos que algún día habrán de morir. Cuando llega ese momento, lo que más te preocupa es que no sufra pero sobre todo, poder despedirte de él.

La mirada de un perro, hasta el final de sus días, siempre busca los ojos de su amo. En el último instante de su vida, esa mirada se convierte en la mayoría de las ocasiones en un " gracias" por haberle dejado vivir junto a tí, por eso siempre he puesto en tela de buen juicio la capacidad de los animales para saber cuando era tiempo de marcharse.

Creo que no hay que entender a los animales desde nuestro sentir humano, ellos funcionan a otro par más instintivo, y seguramente menos apegado a lo terrenal, por eso quizá lo aleccionador está en que aceptan que se agotó su tiempo y sólo buscan a última hora morir con serenidad.

Ese pajarillo que hoy he visto morir y que sabía iba a morir, puede que al sentirse en mis manos encontrara ese sereno reposo para expirar, pero de cualquier forma y muy a mi pesar, ante lo inevitable, preferí estar en el momento justo en lugar de llegar tarde. Era sólo un pájaro pero, mientras vivió, hizo lo que tenía que hacer; alegrar mi tienda y eso es más de lo que algunas contadas ocasiones hacen algunas personas, lamentablemente.


Pilar Martinez Fernandez ( julio 2010)

jueves, 24 de junio de 2010

Cruzando puentes





Hace tiempo leí que en en el interior de cada uno de nosotros existen todos los puentes necesarios para ser cruzados en un momento preciso y llevarnos hacía nuestro destino.


Yo imagino que, si de verdad existen esos puentes en nuestro interior, en cada momento los cruzamos con la seguridad plena de que vamos hacía dónde debemos ir aunque al otro lado no sepamos muy bien qué es lo que no espera. Y, si es así, entonces también cabe creer que día a día caminamos por una senda necesaria hacía nuestro indefinido horizonte.

El debacle viene en el momento que se nos presentan encrucijadas en el camino, bifurcaciones que nos hacen dudar a la hora de tomar la decisión de seguir por un lado o por otro. Y, cuántas veces tambien no nos sucede que tomado un camino y un puente, sopesamos qué hubiera ocurrido de haber tomado otra dirección diferente.

Si creemos con absoluta fe que cada puente que cruzamos en nuestra vida es el que debíamos tomar así nos haya hecho dar algún que otro rodeo o sorteado diferentes desniveles, lo natural es tener también la certeza de que todos nuestros pasos han sido plenamente necesarios para llegar hasta donde estamos y al tiempo llevarnos aún más lejos.

Suele decirse que meta y camino son lo mismo y que no hace falta correr hacía ninguna parte. Tampoco importa el destino, sino que lo importante es el viaje. Quizá sí, o puede que también se haga necesario plantearse alguna meta, un destino mejor en nuestro discurrir por la vida, porque a menudo suele ocurrir que sentimos pasar nuestra vida por inercia, un somero discurrir cruzando un puentecillo trás otro sin más, anestesiados por la rutina y su desencanto. Un viaje al fin y al cabo pero sin interés alguno por la nula inquietud de sorprenderse ante lo que siempre espera a la otra orilla. Y es esa falta de inquietud, esa apatía la que nos anula el siempre anhelante proyecto de ser un poquito más felices que ayer o que antesdeayer.

Si de verdad, en nuestro interior, habita un arquitecto sublime capaz de levantar de un día para otro puentes para cruzarnos a diferentes orillas y seguir nuestra senda vital, creo que debemos darle los materiales necesarios para que sean sólidos, de piedra robusta y con buena argamasa, y no colgantes que pueden hacernos perder el equilibrio por su inestabilidad o en el peor de los casos inexistentes dejando únicamente delante un precipicio.

Esos materiales serán, entonces, fe en nosotros mismos, conocimiento pleno de nuestras capacidades, curiosidad, voluntad, ilusión, sentido del humor, esperanza, pero sobre todo un sentido auténtico de agradecimiento por tener días por delante para vivir. El regalo que siempre nos espera a la otra orilla del puente...

Y, si es así, debemos entonces creer que el puente que cruzamos es, efectivamente, sólido,con buenos materiales, no proclive a romperse a nuestro paso y hacernos caer a un precipicio o a una turbulenta corriente de un río.

Pilar Martinez Fernandez ( Junio 2010)


lunes, 21 de junio de 2010

En Portugal y otros lugares


En Villanueva del Pardillo de romería. El coro preparándose para cantar " el molino". Lo que más nos cuesta, entrar bien en el tono...




La La Espadaña triunfó en Portugal.





Toda la tropa de " Pilarica Coros y Danzas" en una parada durante el viaje a Povoa de Varzim ( Portugal)








Concretando las entradillas de las canciones. Siempre lo arreglamos todo en el último momento...


En esta foto de familia con nuestros hermanos portugueses que nos acogieron con mucho calor humano. Realmente lo pasamos muy bien y el hermanamiento fue memorable. Costó marcharse de allí...





Aqui cuatro castellanas de secano pisando la playa. ¡ Como si no hubieramos visto nunca el mar¡....Estamos conquistando tierra Portuguesa Eva, Argentina, Armonía y yo.

Más abajo foto de familia en Oporto.


































Y Nuevamente a pie del mar....disfrutando de su brisa, de sus olas y también haciendo el saludo al sol en la playa. En la foto, nuestra profesora Armonia a la derecha, seguida de Arancha, Yo misma, Mari Mar, Maria y Eva.









































Y aquí....¡ madre de Dios¡. Nos convertimos todas las mujeres en colegialas. Una nota divertida que divirtió a propios y ajenos...










Mi amiga Armonía y yo en la playa dispuestas a disfrutar y dar lo mejor de nosotros mismas.
























Y por último, tres amigas rogando a San Antonio...¡ a saber qué¡. ¿ Novio ?, ¿ Algún parabien?....estamos en el pueblo de Eva, Navas de Oro en Segovia. El pueblo que más baila a San Antonio la jota. Durante prácticamente seis horas...¡¡¡ incrébile¡¡¡ y digno de ver...






domingo, 20 de junio de 2010

La paloma coja

Articulo para la Revista " Iglesia en Almodovar del Campo".


En un acera, picoteando esos minúsculos granitos de alimento que puede haber para un ave que habita en una ciudad, había una paloma. Su contoneo era singular. Parecía danzar más que caminar, daba saltitos con una pata al tiempo que giraba su cuerpecillo plumoso de color gris ceniza. De aquella observación curiosa de la paloma, finalmente se podía apreciar cúal era el motivo de su forma peculiar de moverse y caminar; en una de sus patas le faltaban esos tres dedos palmípedos sobre los que apoyarse. En su lugar había una terminación radical en forma de muñón que le quedaba justamente a ras del suelo. Apenas apoyaba el muñón de su pata, sólo un instante muy breve para girar y cambiar de dirección para seguir picoteando del suelo.
Al descubrir ese pequeño hallazgo inusual en la paloma, enseguida deduje que era una tara de nacimiento, un capricho de la naturaleza que de vez en cuando se manifiesta para poner a prueba a los seres vivos que crea con su bello poder.
Y me fijé aún más en ella y, cuanto más lo hacía, más me sorprendía verla moverse tan armoniosamente. Al principio pensé: - pobrecilla, que lástima. Luego fui cambiando el concepto. Pasé de sentir cierta lástima por ella a sentir en cierto modo admiración. Sé que admirar a una animalillo como si tuviera una personalidad concreta puede ser absurdo dado su sentido irracional, pero realmente me admiró esa paloma coja. Generalmente la naturaleza y su selección, a veces cruel, elimina a los seres débiles. Esa paloma al nacer así bien podría haber perecido, sin embargo, he aquí lo revelador de esta historia, supo superar su limitación, creciendo, volando y valiéndose por sí misma al tiempo que consiguió también encontrar su equilibrio a la hora de moverse y procurarse su propio alimento. ¿ Cómo lo consiguió?, podemos muy bien preguntarnos. Pues como se suele conseguir casi todo en esta vida que se nos presenta como un reto a superar; con férrea voluntad y sin rendirse ante la dificultad.
Así, muchas veces, podemos ser las personas; palomas cojas por una u otra razón. Algunas veces físicas, otras sentimentales, emocionales...siempre razones para nosotros muy poderosas que nos hacen caminar cojos, con bastones o en el peor de los casos paralíticos, entendiendo por paralíticos no a parapléjicos físicos, sino a los parapléjicos de alma.
Los genios, inventores, místicos, santos... aquellas personas que a lo largo de la historia consiguieron hacer con su vida una proyección elevada y ejemplar de su persona con sus acciones, lo hicieron superando sus propias cojeras, y lo hermoso de todo ello es que además consiguieron convertir sus cojeras personales en movimientos armoniosos, incluso bellos. Un ejemplo lo tenemos en Beethoveen; una sordera recalcitrante e incluso tormentosa para él mismo y sin embargo fue capaz de componer increíbles sinfonías.
Pues de estos ejemplos y teniendo cada cual sus propias taras, debemos fijarnos pues al fin y al cabo, la perfección es una quimera que de tanto perseguirla nos puede llegar a frustrar, sin embargo en la imperfección está el afán de superación, el valor, la supervivencia a la adversidad, nuestra resolución incluso ante nosotros mismos para descubrir nuestras capacidades.
Cuando dejé atrás con su contoneo a la paloma coja, lo hice pensando que acababa de ver algo que seguramente no volviera a ver en otra ocasión. Son visiones que ofrece lo cotidiano y que no siempre nos detenemos a observar. A menudo, aún teniendo el sentido de la vista pleno, caminamos ciegos, por eso agradezco tener tanta curiosidad, porque me hace recabar en detalles que siempre consiguen enseñarme algo.
La paloma coja me enseñó algo vital. Considerando que un pichón de paloma debe abandonar el nido y valerse por si misma antes de un mes, bien hubiera podido quebrar su vida en el momento de pisar el suelo o a los pocos días por su limitación de movimientos y su lentitud en comparación con sus congéneres a la hora de competir por el alimento del suelo, pero de alguna manera, consiguió hacerse su hueco y sobrevivir, y a juzgar por su buen aspecto, lo supo hacer bien.
Sin pensar en nadie, únicamente en mí misma, llegué a la conclusión de que muchas de mis “ cojeras” y “ muñones” pueden convertirse en listones que superar para demostrarme mis plenas capacidades y hacer algo más y sobre todo útil con mi vida. En mi caso no sólo alimentarme y sobrevivir igual que la paloma, sino además dar salida a esos dones y talentos que Dios me ha dado. Tal vez no lo consiga siempre, o me quede a medias, pero que duda cabe que teniendo vida, considero obligado “sobrevivir a mis cojeras”. Y, si pudo una paloma, puedo yo también, del mismo modo que lo puede conseguir cualquiera.
Pilar Martinez Fernandez. ( junio 2010)

martes, 8 de junio de 2010

Sin miedo, no hay valentía

Publicado en Iglesia en Almodovar Nº 233
¿ Qué haces con tus miedos?

En una de esas conversaciones fugaces que algunas veces alcanzamos a oír cuando pasamos al lado de alguien, tuve ocasión de escuchar algo que si bien no era de mi incumbencia, llamó mi atención. La persona que hablaba era una mujer joven, al parecer con un problema acuciante pues su voz, un tanto temblorosa, denotaba desesperación mientras hablaba por su móvil, pero en el instante fugaz que pasé por su lado y escuché lo que decía, su aparente desesperación adquirió una postura tan contundente que me dejó un tanto perpleja. Gesticulando con la mano para poner aún más énfasis en lo que decía, la mujer exclamó: - ¡ Pues claro que tengo miedo¡. Mucho miedo, pero si no tuviera miedo tampoco sería valiente y eso, me hace ser fuerte.
Sin un contexto más amplío de la conversación, escuchar algo así puede dejarnos indiferentes o provocarnos curiosidad. A mí me sucedió lo segundo, no voy a negarlo, pero me limité a continuar mi camino. Fue después, en esos silencios en los que te quedas cuando tu mente parece querer darse la oportunidad de pensar, cuando pensé en la afirmación rotunda al tiempo que temerosa de la mujer.
Y pensé en el miedo, efectivamente. Esa sensación que aflora con mucha frecuencia. Algunas veces justificada, otras no tanto, pero en cualquier caso siempre acompañada de la vulnerabilidad, de la inseguridad, y cómo no, de la incertidumbre.
Yo he sentido miedo muchas veces. Quizá más de las que recuerdo o incluso me atreva a reconocer. Me dan miedo las tormentas, sin ir más lejos, y cada vez que lo digo, siempre hay alguien que me dice en tono paternal que no son para tanto y que incluso son un fenómeno curioso de observar. Sea como fuere, intento vencer ese miedo cada vez que en el cielo culebrean y retumban los relámpagos y truenos, pero no puedo evitar sentirme muy vulnerable e incluso estremecerme. No obstante, entiendo que esa clase de miedo no deja de ser algo meramente puntual que no afecta a mi equilibrio emocional. Hay otra clase de miedos que, efectivamente, someten a la persona a un pulso en el que únicamente con fortaleza es capaz de ganar la partida. Y, he aquí dónde comienzan a entrar en juego esas “ dificultades” que no nos gusten, esos obstáculos que nos frenen algunas veces, esas pérdidas que tanto nos desestabilizan emocionalmente, esos cambios inesperados en nuestras vidas...cartas de esa baraja que es la propia vida y que nos hacen tener malas jugadas.
La vida no es algo lineal, ni siquiera para quienes eligen vivir apartados del mundanal ruido, como suele decirse; tiene altibajos, recovecos, bifurcaciones...demasiadas bifurcaciones inesperadas con sus correspondientes decisiones difíciles o incluso arriesgadas, pero también pienso que aquí está, precisamente, lo apasionante de vivir; ser capaces de afrontar aquello que nos aparece a la vuelta de la esquina, así la vida nos someta a cambios duros o nos desestabilice emocionalmente perder algo de lo que tenemos.
El crecimiento, la superación, todo aquello que conlleva al hombre y a la mujer a ser mejor en todos y cada uno de los aspectos de su vida, solo se consigue enfrentándose a los miedos con valentía y, eso, efectivamente, también les hace ser más fuertes.
Cuando escuché a la mujer en su zozobra decir aquello que apuntaba al principio, pensé que tenía razones de peso para buscar dentro de sí misma el valor necesario para afrontar y vencer su miedo, pero al mismo tiempo me pregunté si yo era igual de valerosa ante mis miedos.
No tengo una respuesta fehaciente, creo que sería mucha presunción por mi parte afirmar algo que aún está por demostrar, porque una cosa es haber aprendido a convivir con tus miedos y otra bien distinta poseer una fortaleza determinada ante un temor fundado e incluso muy posible. Sí puedo decir que, ahora, sé mejor lo importante que es no mostrarse pusilánime ante los problemas y miedos. Lamentarse es derrochar un tiempo muy necesario para solucionar nuestros conflictos interiores.
Cuando se es creyente y se siente interiormente el convencimiento de que Dios camina con nosotros, los miedos también se depositan en sus manos. Y cuándo vas viendo que, de una forma u otra, Él, te coloca donde corresponde, vas también siendo muy consciente de que tu actitud decidida ante tus miedos, te ha hecho crecer y por tanto más fuerte.
Hay quienes no se dan cuenta de esto porque en su desnudez espiritual y conocimiento interior, se ven débiles. Y no es menos cierto también que, la insatisfacción, hace de las suyas pues suele ocurrir que, superado un miedo, aparece otro para llenar de nuevo un hueco que, de repente, se quedó vacío.
Cuando coges la mano de Dios, el miedo dura lo que tardas en sentir que no estás solo e, inmediatamente, aflora una postura valerosa que, en lugar de menguarte, te hace crecer y fortalecerte.
Esta enseñanza, la expresa muy bien Tagore en uno de sus escritos: “ Señor, enséñame a orar no para obtener protección contra los peligros, sino para afrontarlos sin temor. Enséñame a pedir no alivio a mi dolor, sino el valor para superarlo. Enséñame a buscar en el campo de batalla de la vida, no aliados, sino mi propia fortaleza.”
Leído y asimilado este bello pensamiento, poco más cabe decir. Una vez más, nosotros elegimos; vivir con miedos y acobardados, o afrontar nuestros miedos con valentía y con la convicción de que Dios está junto a nosotros en la batalla de la vida. Yo, personalmente, elijo la segunda opción aún siendo muy consciente de mi vulnerabilidad. Y, tú, ¿ Cual eliges?. ¿ Qué haces con tus miedos?.

Pilar Martinez Fernandez.

martes, 11 de mayo de 2010

No somos casualidad



Cuando miro las flores, veo su color, sus pétalos abiertos a la luz, su vivacidad a pesar de ese lento marchitar al que sucumben finalmente.

Veo también, perfección. Perfectas en el equilibrio que mantienen erguidas desde sus ramas; perfectas en su forma, como queriendo jugar con la naturaleza a la simetría, y pienso que, tanta perfección, no es casualidad, sino fruto de una creación magnánima.

Lo pienso también del hombre y de la mujer. Quizá no vea en muchos de esos hombres y mujeres que me rodean ni la perfección ni simetría alguna, menos aún equilibrio, pero sí que tengo la completa certeza que cada ser humano existe más allá del hecho primario de haber nacido.

Nuestra existencia, no es casualidad. Lo propicia algo que no acertamos a definir; alguien superior, Dios, el universo, las estrellas...a saber entre todas las teorías posibles, cúal de ellas es la verdadera, podemos llegar a pensar.

Mi teoría, que no certeza, es que existimos por una necesidad implicita; tal vez para que se desencadenen otros muchos acontecimientos o porque en ese gran puzzle que es la vida, somos una pieza necesaria para que otras sucesivas se encajen también.

Y, si pienso en el ser humano y sus posibilidades, me resulta mucho más fácil comprender el motivo por el cual, cada uno, existe y también porqué no podemos ser perennes en esta vida.

El hombre y la mujer, igual que una flor, tiene un proceso de germinación y floración para terminar en un lento proceso de marchitamiento. Aceptar este hecho es tambien aceptar las propias reglas de la vida, el problema surge cuando entendemos que envejecer es abandonarse a esa enajenación que produce el verse mermado de facultades.

No somos dueños de nosotros mismos. Podemos sentir que lo somos cuando nos acompaña la fortaleza, la salud, la voluntad, la juventud...pero no lo somos realmente. Es una sensación únicamente, pero no la realidad, o al menos esa realidad relativa que se deja entrever si extrapolamos nuestra existencia.

Hoy existe un pensamiento existencial forjado por la negación espiritual de un dios magnánimo y creador. Hoy más que nunca vemos a nuestro alrededor semidioses individualizados; agnósticos de todo, en contra también de casi todo pero sin embargo creyentes de sí mismos.

Creer en uno mismo no es ni mucho menos algo nefasto, más bien al contrario, considerar y tener conocimiento de nuestros dones otorgados y de nuestras posibilidades, es el único modo de crecer y florecer con intensidad; sólo se convierte en algo deleznable cuando se tiene una creencia bastante distorsionada de uno mismo y se sube a determinadas atalayas.

Ese tipo de personas, además de tener un concepto de su existencia bastante pobre aún en sus delirios de grandeza, acusan un vacío existencial y espiritual tan enorme que díficilmente encuentran serenidad en sus vidas.

No somos dioses, ni tan siquiera criaturas perfectas. Somos una bella obra creada por un magnánimo alfarero. Llamaló como quieras, piensa también lo que quieras. Yo, si me permites finalizar esta reflexión con una postura personal, pienso que no soy capricho de una casualidad, sino que existo porque en ese entramado que es la vida, en algún lugar, por una mano poderosa, estaba escrito que yo existiera. Sin duda, lo agradezco. Nada hay tan hermoso como tener la oportunidad de vivir muchos días con sus correspondientes amaneceres y atardeceres consecutivos.

Pilar Martinez ( Mayo 2010)