martes, 13 de julio de 2010

¿ Lógico o evidente?


Suelo hacerme demasiadas preguntas. Es un defecto, o tal vez el modo de tomar conciencia de cuanto me ocurre, no lo sé, el caso es que a casi todo le busco una lógica, un por qué, algo que sacie esa sed de dudas que me provoca la vida en sí misma.
Por lo general, y he aquí lo frustrante de hacerse tantas preguntas, no hay respuestas inteligentes, otras veces ni siquiera valientes, sino tópicos o pensamientos que eclipsan los verdaderos sentimientos y bellas sabidurías.
Vivo verdaderamente resignada al silencio y banalidad de muchas de las respuestas a mis preguntas, una pena si pienso en todas las oportunidades pérdidas de aprender algo nuevo, pero aún así, no cejo en el empeño de encontrar en lo cotidiano vivencias bellas, y porqué no, extraordinarias.
Hace unos días, me quejaba precisamente ante un amigo de mi poca capacidad para entender algunas cosas, y él me decía que cuando algo no se entiende con la lógica pasa al plano de " lo evidente", una consencuencia lógica, valga la redundancia pero al tiempo tan simple que incluso puede llegar a desesperar. En mi pensamiento, no obstante, esta idea quedó pegada con una chincheta para evitar que cayera en el vacío.
A los pocos días, este amigo me mandó una frase suya por e mail, decía así: " hay cosas en la vida ( y son las más bellas) que carecen de toda lógica o que no se explican totalmente con la razón. Por tanto, creo que lo único que toca es " vivirlas"en lo que se pueda y dejar a la razón y a la lógica en silencio."
Al acabar de leer esta frase, comprendí lo que este amigo trataba de enseñarme con su diferenciada consideración hacía mis preguntas: lo importante en sí mismo es tener el gozo diario de despertar después de un reparador sueño y tener todo un día por delante para "vivir".
Ese " vivir" a ratos puede ser gratificante, otros inquietante, con algún tropiezo o en el mejor de los casos con un éxito o logro, pero en cualquier caso, sin vivir encadenado a la lógica y la razón como el mejor modo de afrontar nuestra vida, o mejor dicho, de comprender nuestra existencia y nuestros pasos.
Soy tozuda en algunos aspectos. Anoto la lección de este amigo pero me temo que la lógica y yo llevamos demasiado tiempo juntas como para desligarnos. Claro que, el zafarrancho interior llega cuando el corazón, también quiere tomar partido. Aqui esa famosa frase de " El corazón tiene razones que la razón no entiende" en mi caso es un varapalo que algunas veces me ha dejado vencida. Vencida sí, porque el corazón usa un lenguaje embriagador que a menudo distorsiona la realidad, una distorsión que termina dando su verdadera cara cuando has hecho seguramente demasiadas tonterías en vano, momento en el que " la razón" te pone en tu lugar.
No sé, tal vez pensar demasiado, sea un mal entrenamiento para la razón, asi que mejor lo dejo estar, al fin y al cabo, cada día trae su acontecer y ciertamente, lo único que es a ciencia cierta razonable es que con un día por delante, lo evidente es " vivir". Asi pues, dejaré para quien quiera pensar más alla, la pregunta en el arie ¿ Lógico o evidente?
Pilar Martinez Fernandez ( Julio 2010)

jueves, 8 de julio de 2010

El canario que sabía iba a morir


Hoy, un pajarillo ha muerto en mis manos. Era un canario amarillo, algo pintosillo en la testuz de su diminuta cabezita, y, en sus alitas, pareciera que un tiznón de carboncillo le hubiera quedado desdibujado en las plumas. Era singular sin llegar siquiera a lo excepcional pero lo había puesto en la jaula junto a una hembra para que tuvieran descendencia.

Al verlo mustio, alicaído en la parte baja de la jaula, lo cogí suavemente. No opuso resistencia, no aleteó, ni tan siquiera se sintió estrasado como suele ocurrirle a los pájaros cuándo sienten la mano del hombre sobre sí. Se dejó coger e incluso se acurrucó en mi mano al tiempo que encogía las patas. Al instante siguiente, ladeó la cabeza y comenzó a cerrar los ojillos lentamente.

A mi lado, estaba un amigo que, al ver la escena me dijo:- Se ha despedido de tí, ha esperado que lo cogieras para morir tranquilo.

No comprendí en ese momento qué había podido ocurrirle a esa tierna avecilla; un golpe de calor, tal vez, una muerte súbita sin más...no lo sé, pero la sensación de sentir marchar una vida en tus manos por muy absurdo que pueda parecer sentirlo por un pajarillo, me dejó tocada la fibrilla sensible.

He tenido varios animales a lo largo de mi vida, por tanto también puedo afirmar que por el camino se han ido quedando poco a poco, algunos de viejos como mi primer perro Hobo, otros por accidente como Milo o Copo y otros desaparecidos como mi última gatita Princesa.

He sufrido durante un tiempo moderado todas esas pérdidas sin embargo siempre me he quedado con una sensación que si bien no acierto a explicar, por el contrario me ha llevado a preguntarme si, en todo momento, esos animales presentía que iban a morir.

Hobo murió intentando llegar al lugar donde sabía que estaba la familia; igualmente lo intentó Milo con su pata destrozada.

Aquellos que queremos a nuestros animales, sabemos que algún día habrán de morir. Cuando llega ese momento, lo que más te preocupa es que no sufra pero sobre todo, poder despedirte de él.

La mirada de un perro, hasta el final de sus días, siempre busca los ojos de su amo. En el último instante de su vida, esa mirada se convierte en la mayoría de las ocasiones en un " gracias" por haberle dejado vivir junto a tí, por eso siempre he puesto en tela de buen juicio la capacidad de los animales para saber cuando era tiempo de marcharse.

Creo que no hay que entender a los animales desde nuestro sentir humano, ellos funcionan a otro par más instintivo, y seguramente menos apegado a lo terrenal, por eso quizá lo aleccionador está en que aceptan que se agotó su tiempo y sólo buscan a última hora morir con serenidad.

Ese pajarillo que hoy he visto morir y que sabía iba a morir, puede que al sentirse en mis manos encontrara ese sereno reposo para expirar, pero de cualquier forma y muy a mi pesar, ante lo inevitable, preferí estar en el momento justo en lugar de llegar tarde. Era sólo un pájaro pero, mientras vivió, hizo lo que tenía que hacer; alegrar mi tienda y eso es más de lo que algunas contadas ocasiones hacen algunas personas, lamentablemente.


Pilar Martinez Fernandez ( julio 2010)