jueves, 25 de diciembre de 2014

Una entrañable felcitación navideña

No quiero extenderme mucho hoy en estas líneas, no porque en realidad no quiera hacerlo sino más bien porque a menudo lo importante requiere muy pocas palabras que lo adornen.
Esta semana he recibido dos felicitaciones navideñas,  una es de  mi hermano al que veo poco pero siento siempre muy cerca de mi corazón y la otra de una buena amiga de muchos años que tiene la bonita costumbre de hacer tarjetas navideñas con sus propias manos muy personales.
Recibirlas ya de por sí es encantador pero lo es más cuando percibes que lo hacen de un modo personal y único que sólo tú sabes interpretar; mi amiga este año ni tan siquiera sabía mi nueva dirección en el pueblo donde me he trasladado a vivir y se las ingenió para localizarme en mi lugar de trabajo y mandármela allí. Mi hermano, en cambio, quiso ser el primero y lo consiguió. Estas cosas en definitiva son las que valen y ciertamente las echas de menos cuando dejan de formar parte de la costumbre. Sin ir más lejos, este año no he recibido ni recibiré la sentimental felicitación de mi tío Guillermo, un hombre que a pesar de vivir desde siempre lejos de mí y al que veía muy de tarde en tarde, siempre encontró el modo de estar muy presente en mi círculo familiar.
Él siempre mentaba aquellas coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique; “ Recuerde el alma dormida, avive el seso e despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor..
Su fallecimiento hace pocos meses de una manera tan rápida como inesperada para todos, ha dejado  ausencia en mi buzón este año de esas coplas y otras cosas que le emanaban de su alma poeta y bondadosa en sus christmas navideños.
Tal vez puedan ser cosas que se hacen por costumbre, porque la tradición manda pero no, una felicitación navideña se convierte en algo bonito cuando se hace como un acto de cariño, de recuerdo, de presencia en el corazón de alguien y recibirlo no sólo es grato sino que te inunda de un cariño tal que te hace sentir responsable y leal con esa persona.
“Contemplando cómo se pasa la vida” ,hoy estas palabras me resultan sobrecogedoras, no sólo por lo que se va sino por aquello que nunca más será pues como también solía recordar mi tío a menudo, nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar, un mar infinito en el que la vida se sumerge para siempre.
Y me produce dolor esa ausencia en mi buzón de correos  pero me reconforta el recuerdo, aquellas navidades pasadas que de un modo fiel se reproducían en la letra manuscrita de mi tío su cariño, su preocupación, sus valores, sobre todos sus valores: la honradez por encima de todo, qué nada nos quite la honra, solía decir casi siempre para terminar sus palabras.
Pero en fin, no quiero alargar estas líneas más de lo pretendido desde el principio pues lo que deseo es dedicar una felicitación única, entrañable y honrada a todos vosotros, del mismo modo que lo han hecho mi hermano, mi amiga y lo hizo mi tío Guillermo desde que tengo uso de razón, con amor, con los mejores deseos de un corazón que late viviendo a ratos con risas, otras con llantos pero siempre agradecida por tener la dicha de vivir.
Así pues, queridos amigos, gente que me conocéis, otros que sólo me seguís en mis íntimas reflexiones, deciros que la navidad no es la fiesta de la hipocresía como pude escuchar a una persona en un supermercado, no es un tiempo de regalos y banquetes, ni de desear feliz navidad como si nos pusiéramos un letanía grabada en nuestra lengua; Navidad es un tiempo de hacer lo que hacemos siempre, de regalar todo nuestro grandioso interior lleno de generosidad, de amor, de caricias, de “ te quieros” …en definitiva de darnos a nosotros mismos como debemos hacer cada día con todos aquellos a los que amamos, apreciamos y recordamos con cariño porque hoy siguen con nosotros y llenan nuestros días.
Esto es lo que os deseo del mismo modo que lo deseo y me lo exijo a mí misma, porque Navidad puede ser hermosa o delirante, pero siempre depende de nosotros y de cómo vivamos los momentos especiales, como una fiesta llena de luces y sombras o como un día más pero para los demás.
Feliz Navidad, pues, y que la gloria sea en vuestros hogares.

                                        Pilar Martinez Fernandez

lunes, 13 de octubre de 2014

¨" La leyenda de Carau"


    La leyenda de Carau

Hoy voy a comenzar con una leyenda guaraní, que como buena leyenda, nos deja una enseñanza moral sobre la que hacer un autoexamen interior de nuestras conductas.
Esta es la canción tradicional cuya letra recoge dicha leyenda-
“ Amigos y camaradas que me quieren escuchar, voy a contar el suceso que le aconteció al Carau.
Estando la madre enferma, remedió salió a buscar. Carau encontró un bailecito y no pudo aguantar.  Allí quedó bailando , bailando todito el día la polka con la damita mejor, mientras al oído le decía que no desprecie su amor.
Allá por la noche, en lo mejor de la fiesta, un amigo que llegaba muy triste le supo hablar; dispense amigo Carau, no vaya a bailar más, te traigo noticia que murió tu madre.
Triste se puso, pero a su amigo dijo; no importa mi buen amigo, el baile no he de dejar, sigue tocando la polka hay tiempo para llorar.
Y allá por la madrugada, a su dama le interroga; ya mucho te quise, donde queda tu casa?. La dama le contestó; mi casa queda lejos, si quieres ir a visitarme vele primero a su madre.
Al oír estas palabras, Carau se arrepintió y se fue diciendo “ mi madre ya murió”. Ahora ya me voy y allí me pondré a vivir por luto entero”
Cuenta también la leyenda, que el dios Tupá castigó a Carau convirtiéndole en el pájaro chillón y zancudo que lleva su nombre, y a la joven guaraní que le encandiló en el baile y le hizo olvidar sus deberes con su madre enferma, en una “ pollona”, otra ave zancuda igual que el Carau y que habita en los esteros y lagunas de Paraguay, de ahí que la coplilla termine diciendo:  “ el Carau y la Pollona son dos bichos de agua, cuando Carau se lamenta, la Pollona lo consuela.”
A quien no le gusta la fiesta y divertirse. Son momentos dulces de la vida que nos evaden de las responsabilidades incluso de la rutina, pero son eso, momentos efímeros que dan su aliciente a nuestra vida pero no una razón de ser ni existencial pues la felicidad no reside en los momentos que nos hacen bailar, brincar y reír únicamente, sino en aquellos que nos hacen sentir bien con nosotros mismos, en equilibrio con la responsabilidad de cuánto se nos otorga para vivir y la realización de uno mismo.
Pero esta leyenda, enseña mucho más a mi modo de entenderla y de sacarle su moraleja.
Carau era un hombre joven con una pasión; “ el baile”, y eso le hizo debatirse entre su pasión y su deber con su madre, a la que se presupone que quería como un hijo debe querer a una madre. Pero su pasión fue más fuerte al igual que su inmadura juventud que el cariño y lealtad que le debía profesar a su madre en momentos críticos, algo que puede parecernos exagerado pero que no lo es tanto cuando seguramente nosotros mismos muchas veces nos dejamos llevar por nuestras pasiones y nos enajenamos de quienes tenemos a nuestro alrededor, incluso nuestra propia familia.
En el amplio campo de las pasiones, existe una línea invisible que nos impide ver los límites, o más aún, nos hace creer que no existen porque en nuestras pasiones nos recreamos y nos enajenamos hasta de la realidad, y sólo cuando regresamos a la realidad y vemos a nuestro alrededor tristeza o enfado es cuando comenzamos con suerte a hacernos alguna que otra pregunta.
Todos nos hemos apasionado con algo o vivimos apasionados en la actualidad con algún aspecto de la vida,  una afición, un talento incluso un trabajo, pero cuidado. Cuando te sometes a la inercia de tus pasiones, se deben establecer límites para vivir en consenso con quienes te rodean porque de otro modo les haces rehenes de tu pasión pero sin tenerles en cuenta, y peor aún, sin conocer lo que realmente te necesitan.
Esto es lo que viene quizá a demostrarnos la leyenda de “ Carau” si no queremos convertirnos al final en pájaros chillones y lastimeros por lo que pudimos hacer y, por apasionarnos, no hicimos.

                      Pilar Martinez Fernandez.


viernes, 15 de agosto de 2014

Somos como fuegos artificiales

Me ha resultado muy curioso y merecedor de un minimo de reflexión algo que me ha ocurrido en estos ultimos días. Fui a un lugar especialmente motivada y dispuesta a pasarmelo bien. Iba también con la intención de no hablar demasiado de mis avatares porque siempre he pensado que la vida de cada uno es un terreno particular que dificilmente llegas tu mismo a comprender como para que lo entiendas los demás, pero tambien porque dispongo de muy poco tiempo de ocio y no quiero emplear el poco tiempo que tengo en hablar de lo que luego me tengo que enfrentar durante la semana. Pero esa intención duró muy poco. Antes de que me diera tiempo a frenarlo, todo un maremagnun de opiniones se centraron precisamente en lo que concernía a lo que estoy viviendo con los míos.
De repente, alguien comenzó a parlotear como si se le hubiera encendido una mecha en el cerebro sobre cuestiones personales de las que nunca creímos dar muestras de tanta certeza como pretendía demostrar por su parte.
Fue como una explosión encadenada de fuegos artificiales, un cohete, otro y otro...cada vez más altos, más luminiscentes, que traducido, es como decir un disparate trás otro llenando el lugar de muchas luces para dejarlo todo finalmente lleno de humo y de sombras.
No voy a contar los disparates porque contar disparates al tiempo que se intenta dar buenos argumentos es correr el riesgo de no saber establecer bien las diferencias y que al final todo resulte disparatado, absurdo e incongruente, como así fueron todos esos fuegos artificiales que explotaron sin sentido, pero sí conviene decir o al menos desvelar el porqué en algunas ocasiones las personas somos tan dadas a meternos en las vidas ajenas y creernos encima con la potestad de hacerlo. Quizá ¿ lo hacemos por divertirnos?, ¿ por emplear ese tiempo muerto que nuestra propia vida tiene ?, o tal vez ¿ porque en el fondo somos personas acomplejadas y la vida de los demás nos da envidia y queremos elevarnos hacía donde creemos que están a golpe de cohete artificial relumbron?
Yo creo que es una mezcla de las tres cosas. Lo curioso es que te lo disfrazan haciendote creer que se preocupan por tí, algo que no es ninguna mentira como tampoco lo es el que te quieran realmente, pero cuando las maneras no son las adecuadas y encima se empecinan en llevarte a su terreno al mismo tiempo que te hacen sentir mal , el analisis final no lleva a otro lado que al hecho de tener delante de tí personas con cierta porción de envídia, sana o insana, o a medio camino de las dos, aburridas y acomplejadas de sí mismas y que buscan en lo éfimero la diversión para olvidarse un poco de lo gris que les resulta su propia vida o su persona, provocando al final con artificios una estela de humo en tu espacio intoxicante y molesto.
Si antes de juzgar la vida de otros, de tirar fuegos artificiales en su espacio vital, nos pararamos a pensar un poco en lo propio, en nuestras propias debilidades sobre todo, quizá no seríamos tan osados de hacer una fatua interpretación de la vida de los demás, porque al final, es eso unicamente lo que conseguimos, una equivocada e indocumentada versión de lo que les preocupa a los demás, reduciéndolo todo a minimas expresiones y generalidades que ni se asoman siquiera a la particularidad que cada uno vive en primera persona con los suyos y en su mundo creado, como no puede ser de otro modo, a partir de errores, aciertos, decepciones, satisfacciones...¿ con qué derecho pues, y con qué artificios, nos atrevemos a explotarlos?
Cuidado, mucho cuidado con lo que soltamos al espacio difuso que está por encima de nosotros, pero sobre todo pensemos qué motivos nos adornan, pues puede que tanto utilizar fuego en espacio ajeno no nos percatemos de que el nuestro esté chamuscado.

                   Pilar Martinez.