Puedes llegar: toda una apuesta por la integración de los discapacitados.
2003.
Encuéntralo en: N PUE.
Puedes llegar : VII edición del premio de cuentos La Rebotica. - 4ª ed.. - Madrid : Quindici, 2003.
242 p. : il. col. ; 22 cm.
ISBN 84-87835-22-8. - DL M 51946-2003.
Recoge los cuatro relatos premiados en la VII Edición del Premio de La Rebotica, el programa sociosanitario más veterano de la radio española –todos los sábados en la Cadena COPE-. El libro reúne sesenta testimonios de los miembros del Patronato “Ese Niño Diferente” –impulsor de una acción solidaria a favor de las organizaciones que luchan por la integración de los discapacitados-, del Consejo Asesor Científico de La Rebotica, del Jurado del Premio de Cuentos y de los columnistas del programa. Escritores, médicos, farmacéuticos, investigadores, políticos y periodistas, todos por la integración de los discapacitados. Todos somos discapacitados. Todos necesitamos apoyo. Pero ellos, más . Texto del editor.
CUENTOS PREMIADOS
Suena flauta, ¡suena!Por PILAR MARTÍNEZ
Toda una vida con MarioPor BERTA NOGUEIRA
Tour del PorvenirPor ANTONIO J. FERNÁNDEZ FRÍAS
La belleza de la diferencia Por MARÍA CRISTINA HIDALGO ORGAZ
Comparto hoy este cuento en mi blog para todos aquellos que no habeis leído este precioso relato o incluso para quienes ya lo conoceis. Está publicado en el libro que se editó con fines benéficos y que se detalla arriba por si alguno desea comprarlo.
Deciros que la historia está escrita a partir de mis vivencias personales con una personita para mí muy especial y que me ayudó a ver el mundo interior de una niña-mujer con discapacidad intelectual. Descubrirlo fue toda una experiencia y realmente este relato se queda corto en comparación con la realidad.
Dedicado a mi amiga Soraya, con todo mi cariño y agradecimiento, pues es parte de la historia, de la inspiración y por supuesto del premio que obtuve en su día.
Suena flauta, ¡ Suena ¡
En el desván de mi casa, en un pequeño rincón iluminado por el ventanuco del tejado abuhardillado, encontré una caja. No había nada más alrededor, solo diminutas motas de polvo que flotaban y se dejaban ver a través de los pocos rayos de luz que entraban por el ventanuco. Me acerqué hasta la caja para ver qué contenía, debió pertenecer a los antiguos moradores de esa casa que acaba de comprar.
La curiosidad me llevó a coger la caja entre mis manos. No era muy grande, del tamaño de una caja de zapatos, tampoco pesaba demasiado, era ligera y estaba cerrada.
Abrirla no me costó demasiado, tan solo tuve que levantar la tapa para descubrir lo que contenía. Dentro había una flauta; debajo de la flauta un cuaderno, dentro del cuaderno, la foto de una niña.
Curioso contenido el de la caja, me dije. ¿ quien sería la niña? y la flauta ¿ sería suya?.
Por un momento me pareció estar descubriendo un pequeño tesoro. Abrí de nuevo el cuaderno, esta vez por la primera hoja. Pude leer “ Mi diario”.
Lo cerré por puro impulso. No quería profanar algo tan íntimo como un diario. Fuera de quien fuera, lo había dejado allí olvidado y por mucho que yo hubiera comprado la casa, aquello no me pertenecía.
Bajé la caja y la dejé encima de una mesa. No sabía muy bien qué hacer con ella. Desconocía quienes habían sido los anteriores dueños de la casa, tampoco sabía donde vivían ahora. Debía devolverla pero ¿cómo?.
Mi apatía no me dejaba pensar con claridad. Me sentía sola y tremendamente triste. Mi vida estaba en uno de esos puntos donde comenzar de nuevo era un reto para el que no tenía demasiadas energías. Descubrir cada uno de los rincones de esa casa que acaba de comprar, había sido mi más inmediata ocupación. Encontrar la caja, en cierto modo me sacó un poco de esa monotonía tan absurda en la que me había sumergido por propia voluntad.
La curiosidad fue más fuerte, quería leer ese diario, me hacía falta hacer algo que me devolviera un poco al mundo real, dedicar algo de mi tiempo en cosas que dieran un respiro a la melancolía que me invadía. El cuaderno era demasiado tentador. Por otro lado, estaba la flauta, no me fijé demasiado en ella pero me pareció que no era de esas que venden de plástico.
Abrí de nuevo la caja. No pude evitar un sentimiento extraño, como si estuviera haciendo algo indebido, pero me dije que la única manera de devolver esa caja y su contenido, posiblemente fuera sabiendo a quién pertenecía, y seguramente el cuaderno desvelaría el misterio.
La caja, como si esperara ser abierta de nuevo, me enseñó todo su contenido nada más abrir la tapa. El cuaderno de tapas azules y la flauta aparecieron otra vez ante mis ojos. ¡ puedes cogernos, no tengas miedo¡, parecían decirme. Se que fue mi imaginación, difícilmente aquellos objetos inertes podían trasmitir algo que no fuera su propia inmovilidad.
Cogí el cuaderno y lo abrí por la página donde se leía “ Mi diario”. Pasé la hoja y comencé a leer:
Creo que es martes, pero no lo se muy bien. Me da igual, a mi todos los días me parecen iguales. Me levanto, desayuno, mi madre me dice _Carla, lavate los dientes-, no creo que hoy sea diferente. Hoy he decidido escribir en este cuaderno. No se como se hace, no he escrito nunca sobre mi, creo que es difícil pero quiero intentarlo. Mi compañera del taller donde encuaderno libros, me dice que solo tengo que escribir lo que me salga, cosas como que el cielo está muy azul, estoy triste, estoy contenta...cosas así. No se, a mi me parece un poco tonto escribir algo así en un cuaderno, pero bueno, voy a intentarlo, si lo ha hecho mi compañera, tambien lo puedo hacer yo. No se que escribir, el cielo hoy no esta muy azul, está como si las nubes se estuvieran peleando entre ellas, están amontonadas y algunas tienen un color muy raro, de color gris creo, un color que a mi no me gusta nada, mi color favorito es el azul....me gusta vestirme de color azul. Mi madre se empeña en vestirme de otros colores, pero a mi, me gusta el azul.
Que curioso me resultaba ese diario. No parecía estar escrito por una adolescente, se denotaba una inmadurez más propia de una niña de cinco o seis años que de alguien que ya trabajara encuadernando libros en un taller. Seguí leyendo:
Hoy me han dicho que es viernes
He querido preguntar el día que era hoy antes de escribir en el cuaderno. Me parecía algo tonto no saber que día era, aunque bueno, tampoco hoy es un día diferente a los demás. He vuelto del taller donde hoy he encuadernado más libros. Me gusta encuadernar libros, es fácil aunque al principio no me gustaba mucho. Ahora voy al taller y como tengo muchos amigos, estoy contenta. Ya le dije a Yaya, bueno en realidad se llama Soraya pero todos la llamamos Yaya, que estaba escribiendo en este cuaderno. Se echó a reir. No me gustó que se riera, no me gusta que la gente se ria de lo que digo, siempre se rien....¿porqué se rien?, no creo que diga cosas graciosas, ¿ o si?. EL caso es que...bueno cuaderno, te lo voy a contar, pero no se lo digas a nadie. Sé que soy diferente, no se porqué, nadie me lo dice, pero yo se que no soy igual a los demas. Me miro al espejo y veo que tengo dos ojos igual que todo el mundo, dos manos, dos piernas, pero hay algo en mi que es diferente. A veces me cuesta hablar, la lengua se me atasca entre los dientes, mi madre me dice que es porqué quiero hablar más déprisa de lo que puedo, pero yo creo que hay algo en mi que no me deja.
El diario no estaba muy bien escrito. Derrochaba espontaneidad, algo que me provocaba una inusitada necesidad de seguir leyendo.
Hoy ha sido mi cumpleaños
Me han dicho que hoy es 30 de mayo y que cumplo 22 años. Me han hecho una fiesta. Hemos ido a comer hamburguesas y he soplado las velas que me habian puesto en la tarta de chocolate. Me encanta el chocolate. Cuando soplé las velas, me dijeron todos que pidiera un deseo...no se me ocurría ninguno. Soplé las velas sin tener un deseo, pero dije a todos que había deseado algo para demostrar que yo tambien sabía pedir deseos. Es en estas ocasiones donde noto que soy diferente. ¿ porqué a mi no se me ocurrían deseos?, todos parecían tener uno y yo..... ¿porqué yo no no tenía uno?. Ahora si que tengo, me acabo de dar cuenta de que tengo un deseo muy muy grande. Quiero ser igual que los demás.
Deduje que Carla, era un niña especial. No era exactamente una niña pero pensaba igual que una niña, su edad no correspondía con la madurez que se perfilaba en el diario. Me enganchó su diario de tal modo que quise seguir leyendo sin importarme si lo que estaba haciendo estaba bien o mal.
Hoy comienzan las vacaciones
Estoy muy contenta. Mañana ya no tengo que ir al taller. Puedo levantarme cuando quiera...madrugar no me gusta nada. Mi madre dice que soy muy dormilona, yo durmiendo me siento muy feliz. Sueño cosas que me gustan aunque bueno, a veces tengo sueños horribles...pero cuando quiero dormirme, me pongo a soñar cosas que me gustaría que me pasaran.
Dicen que tengo vacaciones porque llega el verano. En verano no trabajo, no voy al taller a encuadernar libros, echaré de menos a mis amigos. Pero iré a la piscina. Me gusta mucho nadar, aprendí en un cursillo. No lo hago muy bien, me gustaría aprender a nadar para atrás pero me echo todo el agua en la cara y se me mete en los ojos y en la nariz. Algún día aprenderé. Mi madre me ha comprado un bañador nuevo. Es muy bonito y es de color azul. Por fin me compran algo de color azul....es mi color favorito. Yo se muchas cosas, lo que pasa que la gente me trata como si no supiera de nada. Yo les digo, YA LO SE...., y ellos se quedan sorprendidos. Hay cosas que no se, pero seguro que nadie sabe todo, tendríamos la cabeza muy grande si en ella quisieramos meter todo lo que se puede saber. Yo se por ejemplo como se llaman todos mis amigos del taller, se algunas canciones, ah....y se escribir, escribo en este cuaderno, aunque bueno, ya me ha dicho YaYa, que lo que yo hago es escribir un diario...., Yaya sabe cosas que yo no se, me da un poco de rabia. Pero yo no se lo digo, hago caso de lo que me dice y para que no se me olvido lo apunto. He puesto en la primera hoja “ mi diario” aunque bueno, yo escribo aquí cuando me apetece porque hay veces que no se me ocurre nada que escribir. Pero si Yaya dice que lo que hago es un diario, pues es un diario.
Definitivamente, Carla era una niña especial, tan especial que pese a tratarse de una mujercita de veintidos años encerrada en una mente infantil, tenía mucho pero mucho que contar. Me estaba provocando una mezcla de ternura y curiosidad y por primera vez en bastante tiempo, algo me hacía sonreir.
Hoy encontré algo...
He salido al campo con mis padres. A mis padres les gusta mucho hacer excursiones. Dicen que el campo es un regalo que nos hace Dios para que podamos oxigenar nuestro cuerpo y nuestro espíritu. No entiendo muy bien lo que significa, a mi el campo me gusta mucho. Siempre que me pongo debajo de un árbol me quedo muy callada para poder escuchar a los pajaritos que se esconden entre las ramas. Hoy, mientras estaba debajo de un árbol, cogí un pequeño palo que había en el suelo. Mi padre, que entiende mucho de árboles, me dijo que era de fresno. No se cómo puede diferenciar un árbol de otro, a mi todos me parecen iguales, bueno iguales, iguales, no....un pino si que se que es diferente. Pero me dijo que el palo que había cogido era de fresno, y me dijo tambien que era del árbol que tenía justo encima. Asi que miré al árbol y le dije....- o sea, que tú, eres un fresno-. El árbol no me dijo nada...pero claro, ¿ que me iba a decir?...era un árbol, y los arboles, no pueden hablar. Eso tambien lo se. Me guardé la rama. La metí en la mochila donde mi madre me había metido una chaqueta. Siempre que vamos al campo, mi madre, que es muy pesada, me obliga a meter en la mochila una chaqueta. Me dice...- Carla, es por si acaso hace frio_, pero nunca hace frio, siempre que vamos al campo hace muy bueno, me parece una tontería llevar la chaqueta, además, si fuera mi chaqueta azul , todavía, pero encima es una chaqueta que tengo vieja. Hoy ha sido un bonito día y como siempre....ha hecho muy buen tiempo.
Carla, con “su diario”, me estaba demostrando cosas que yo, una persona adulta y enfadada con la vida que vivía, ni siquiera daba importancia. Para ella, cualquier cosa que la ocurría, le llevaba a hacerse preguntas, a valorar pequeñas cosas como si fueran las más grandes e importantes del mundo. Se denotaba felicidad aunque por otro lado, parecía mostrarse inquieta con lo que sabía y no sabía. Seguí leyendo.
Hoy tampoco se que día es
Se me olvidó preguntar a mi madre que día era hoy. La veo siempre tan ocupada...., pero es igual, supongo que da lo mismo el día que sea. Encontré el palo que cogí cuando fuimos al campo. Lo había guardado en la mochila, pero se
me olvidó que lo había dejado allí. Mi madre dice que soy algo desordenada y muy despistada. No se, yo encuentro mis cosas, siempre las encuentro lo que pasa que se me olvida donde las dejo, que es diferente...¿ es eso ser desordenada?, lo que pasa que mi madre quiere colocarlo todo a su manera, dice que todo tiene un lugar, yo hay veces que no entiendo a mi madre... mi padre me dijo que el palo que cogí era de fresno, he buscado en un libro de árboles que tenemos en una estantería , he visto la foto de un fresno y se parecía mucho al que yo ví. Mi padre sabe mucho, me gustaría saber tanto como él. Estoy pensando qué hacer con el palo....le voy a preguntar a mi padre, seguro que él tiene alguna idea.
Cuanto más leía el diario de Carla, más me intrigaba y más me apetecía seguir leyendo. Las personas que habían vivido en esta casa antes que yo, parecían ser felices a pesar de tener una hija “diferente”. Asi se definía Carla, diferente y consciente de que no era como los demás, pero quizá no fuera como los demás, en eso tenía razón. Ella era capaz de ver con ojos únicos lo que otros dábamos por visto. Un simple palo de árbol, despertaba en Carla una curiosidad y unas ganas de descubrir cosas que alguien como yo, ni siquiera se hubiera tomado una minima molestia por descubrir. Cuantas veces no habré visto el campo desde el parabrisas de mi coche sin tener siquiera la intención de pararme y contemplar más de cerca un fresno, un pino o coger una rama de árbol caída. Seguí leyendo, no podía parar.
Hemos tenido una idea
Como siempre, mi padre tuvo una genial idea. Me gustaría ser como mi padre, pero se que no puedo, yo no soy tan lista como él. No me trata como los demás, él siempre me toma en serio, me dice que soy especial. Se que me quiere mucho, yo tambien a él, por eso mi padre es tambien especial. Le di el palito de fresno. Me dijo que no sabía que lo hubiera guardado y se puso muy contento cuando se lo di. Me dijo....¿sabes lo que haremos con este palo Carla?., yo le dije, ¿qué?. Haremos una flauta. ¡ una flauta¡. Qué buena idea....la verdad es que mi padre siempre tiene buenas ideas. Ojalá fuera como él, pero a mi estas cosas no se me ocurren, es como si mi cabeza fuera pequeña y esas grandes ideas fueran tan grandes que en mi cabeza no tuvieran sitio. Se lo dije a mi padre y él se echó a reir...¡ que cosas dices Carla¡, tienes una cabecita maravillosa, auténtica- me dijo, no entiendo que significa autentica, pero si mi padre me lo ha dicho, es algo bueno, seguro.
Debía de ser autentica, pensé. Alguien que es capaz de sacar de tan minúsculos detalles, conclusiones tan puras y limpias, es que está dotado de una sensibilidad especial. Yo siendo una mujer madura, me había enajenado del mundo, me había rendido ante demasiadas cosas, en cambio, Carla, una niña en cuerpo de mujer, sabía cómo contentarse con las pequeñas cosas, con sentimientos tan básicos como el amor por su padre, al que sin duda adoraba. Era consciente de sus limitaciones y las aceptaba aunque por otro lado... parecía no conformarse. Pasé a la siguiente página.
Hoy si se que día es...
Es miércoles, 15 de Julio. He mirado en el calendario. Es muy fácil, si alguien te dice que día fue ayer, vas al calendario y enseguida descubres que si ayer fue 14, hoy es 15, y si ayer fue martes, hoy es miércoles. Ya nunca más diré que no se el día que es....he aprendido a mirar en el calendario ¿ como he podido tardar tanto en aprender algo tan fácil?. Tambien he aprendido a buscar en el diccionario...busqué lo que significaba “autentica”, aunque no comprendí muy bien lo que decía el diccionario. Le pregunté a mi padre y me dijo que ser autentica es ser como soy. O sea que esa palabra es como decir “ Carla es Carla”. Pues sigo sin entender. Bueno es igual, ahora estoy impaciente por contar lo que me ha ocurrido hoy. Nunca olvidaré que hoy es 15 de julio...ha sido un día muy feliz. Mi padre me ha dado una sorpresa. Ya casi no me acordaba del palito de fresno. Mi madre siempre me dice que soy algo olvidadiza y que un día se me va a olvidar que tengo cabeza. Tiene razón, si no fuera por ella, muchas veces saldría de casa en zapatillas. Siempre está muy pendiente de mi, yo me enfado con ella y le llamo pesada, pero mi madre sigue ahí, cuidándome sin importarle que yo a veces sea un poco....enfadique. No quiero ponerme triste, hoy estoy contenta porque mi padre me ha enseñado la flauta que ha hecho con mi palito de fresno. Es de bonita...., la ha hecho él con sus manos. Tiene los agujeros igual que una flauta de verdad, creo que tiene muchos agujeros, no consigo taparlos todos a la vez...pero es igual, aunque no sepa tocarla, para mi es la flauta más bonita del mundo. Aunque bueno, mi padre dice que me va a enseñar un truco para tocar la flauta....estoy muy nerviosa, ¡¡¡ quiero aprender a tocar esa flauta¡¡¡.
A medida que leía todos los días consecutivos que Carla escribía con su espontaneidad infantil, me engullía más y más en la apasionante lectura. Ahora había aparecido el elemento que junto al cuaderno, había permanecido allí guardado en esa caja. Cogí la flauta. Había sido tallada con mucho cuidado, con minuciosidad hasta en la concavidad que dejaban ver los agujeros. Estaba hueca casi de principio a fin excepto en la parte de la boquilla donde había una pequeña abertura. No entendía mucho de flautas pero sin duda Carla tenía mucha razón, era una flauta muy bonita, se notaba el cariño con el que había sido tallada. Ahora que estaba desgranando las aventuras de Carla, me pareció estar contemplado un precioso tesoro. Busqué la fotografía. Quería ver el aspecto de Carla después de conocer su pequeño mundo. En la foto, la que parecía ser Carla, sonreía. Enseñaba su dentadura debajo de una tremenda sonrisa. Alguien la estaba haciendo reir cuando le hicieron esa foto. Parecía feliz, aunque su edad...era incierta. Seguí leyendo.
Hoy he aprendido un truco
Mi padre me ha enseñado un truco para tocar la flauta. He esperado muchos días hasta que a podido enseñarme. Él trabaja mucho, algunos días llega a casa cuando ya casi estoy dormida. Nunca se va a la cama sin darme un beso, aunque yo, me hago la dormida. Cierro muy fuerte los ojos para que no se abran y me quedo muy quieta esperando su beso. Hoy ha llegado pronto, estaba cansado, lo se, tenía los ojos tristes y cuando mi padre tiene los ojos así...es que está muy cansado. Me llamó y me dijo:- Carla, ¿quieres aprender un truco?, ¿un truco?, le dije, si claro...me encantan los trucos. Cogió mi flauta entre sus manos. Mi padre tiene unas manos muy largas. Pudo tapar todos los agujeros con sus dedos. De repente dijo.... Suena flauta, ¡suena¡, sopló por el extremo de la flauta, y la flauta¡ sonó¡. ¿ como lo has hecho?, le pregunté. Parecía magia. Es fácil Carla, me dijo. Sólo tienes que decir Suena flauta ¡suena¡, y de la flauta si tu soplas saldrá un silbido suave. Lo intenté, dije las palabras mágicas, tapé todos los agujeros, soplé y.....¡ salió el silbido¡. Lo intenté una y otra vez, siempre salía el mismo sonido, ¡era genial¡. Después mi padre me enseñó a levantar poco a poco los dedos, primero uno, luego otro....mi padre me dijo que eran notas, notas de música o algo así. Una era do, otra re...las demás no me acuerdo. Tengo que apuntarlas. De lo que si me acuerdo es de que sólo tengo que decir, suena flauta ¡ suena¡, soplar, y la flauta sonará....
Qué historia tan extraordinaria. Había leido muchas novelas pero ninguna me impactó lo suficiente como para zambullirme en su lectura y tocar mis fibras más sensibles. Me encontraba allí, en mi casa, leyendo el diario de una niña “diferente” a la cual no conocía. Ella quería aprender sin comprender muy bien todo lo que la rodeaba, era feliz con los pequeños detalles y sabía darse cuenta pese a su juguetona inocencia, cuanto la querían y se esforzaban por cuidarla. Es mucho más de lo que sienten algunas personas. Era mucho más de lo que sentía y sabía yo, una mujer adulta y cansada de un mundo que parecía no ofrecerle nada nuevo. Llegué a la última página....
Hoy he descubierto....
He aprendido muchas cosas ultimamente. Ya no tengo miedo a los perros. Antes cuando veía al perro de mi vecina , me asustaba mucho y me quedaba quieta para que el perro no se me acercara. Un día me dijo la vecina: ¿ como puedes tener miedo de mi perro?, ven, le mandaré sentar y tu podrás acariciarlo. Al principio no me atreví, el perro me gustaba, parecía uno de mis peluches, pero ese peluche se movía, ladraba, sacaba la lengua y tenía dientes. Ven, me dijo la vecina, acaricialo ahora que esta muy quieto, ya verás como en cuanto sienta tu mano, mueve la cola. Tuve miedo pero al final lo acaricié y no pasó nada. El perro movió la cola, me hizo mucha gracia, se parecía al plumero que tiene mi madre para limpiar el polvo. Desde ese día ya no tengo miedo, cada vez que veo a “parches”lo llamó y le mando sentar para que me dé la pata....es de gracioso. Pero he descubierto otra cosa... No hace falta que diga suena flauta ¡ suena¡, cada vez que quiera tocar la flauta. Sólo tengo que soplar y tapar y destapar los agujeros para que salgan silbidos. Depende de los agujeros que tape, suena un silbido diferente. Se lo he dicho a mi padre. Se ha puesto muy contento. Yo tambien estoy contenta. He aprendido muchas cosas este año, se mirar el calendario, sé que hay un árbol que se llama fresno y que con sus ramas se pueden hacer flautas, estoy aprendiendo a tocar la flauta y no tengo miedo a los perros...¿ cuanto más puedo aprender?. Tambien sé que soy diferente...pero eso, no me importa. He aprendido muchas cosas. Cuando vuelva en septiembre al taller, se lo voy a contar todo a Yaya.
No había más páginas escritas. Lástima pensé. Carla seguramente tenía muchas más cosas que contar. Cuán fortuita había sido la manera en que ese cuaderno y la caja habían ido a parar a mis manos. Me hacía falta leer algo así, era como si realmente estuviera todo escrito para que yo lo leyera. Mi vida estaba muy vacía, había perdido ese toque de inquietud, algo contradictorio si me comparaba con Carla. Yo una mujer adulta, con todo a su favor para ser feliz, no lo era; Carla, con muchas cosas en su contra para llevar una vida normal, en cambio había sido feliz, así lo reflejaba su cuaderno. Todo le inquietaba, todo le resultaba sorprendente, y lo que más llamó mi atención, no se rendía ante sus propias limitaciones.
Después de leer el diario de Carla, cogí la flauta y cómo si de verdad aquella flauta fuera mágica dije: Suena flauta, ¡Suena¡ y silbe por el extremo con suavidad. De ese palo de fresno brotó el sonido más suave que jamás escuché; seguí tapando y destapando agujeros hasta desgranar una a una todas las notas posibles. Buscaba sorprenderme, lo mismo que Carla con aquel tosco instrumento. No se si fue magia o fueron mis ganas de descubrir el encanto que pueden llegar a tener las cosas más simples, pero lo cierto es que me sentí muy bien, sentí por una vez en mucho tiempo, que algo...me ilusionaba. Ahora sólo me quedaba hacer una cosa; encontrar a Carla, conocerla y devolverla esa caja tan hermosa y que tanto, tanto...me había enseñado.
En la última página del cuaderno, casi por casualidad, leí:
Hoy he leído....
“No importa lo que tardes en llegar, lo importante es llegar.” No se quien lo ha dicho pero espero que sea verdad. Por si acaso, lo he escrito aquí al final de mi cuaderno azul, asi no se me olvidará nunca, nunca....nunca.
Pilar Martinez Fernandez. Autora del cuento ganador en el certamen de cuentos Don Daniel de la Rebotica sobre la discapacidad. Edición 2003.