El "Principito", qué tierno personaje. He leído unas cinco o seis veces, no lo sé con exactitud, el libro de Antoine de Saint Exupery, y siempre que lo he leído pareciera que lo leía de nuevo, y no sé bien explicar porqué, pero lo cierto es que cada vez aprendía algo distinto o mejor dicho, una cosa más. La última vez que lo he leído, reparé en la relación de El Principito con el zorro, sobre todo cuando le decía eso de: " eres responsable de lo que has domesticado".
Cuántas veces no nos ocurre a lo largo de nuestra vida que llega a nuestras manos algo que termina dependiendo de nosotros, de nuestro buen hacer y nos invade el temor de no afrontar con absoluta madurez y sensatez nuestro deber. Más de una, a menudo con animalillos que nos salen al paso como un gatito, un pajarillo caído del nido, un perro que nos sigue en la calle y nos da lástima dejarlo...y otras con algo mucho más comprometido como un hijo, un amigo, nuestros padres...
Cuando entramos en el plano de los sentimientos y establecemos una relación, se crea un vinculo tan importante que, efectivamente, somos responsables de aquellos que, en cierto modo, hemos domesticado, no dominado ni moldeado a nuestro antojo, sino metáforicamente hablando de aquellos que hemos conseguido atraer hacía nosotros para permanecer a nuestro lado, de tal manera que su bienestar entra a formar parte de nuestros desvelos.
El problema que suele amedrentar esa " responsabilidad", no es otro que nuestra propia torpeza a la hora de enfocar los sentimientos. La desmesura de protección en nombre del cariño, a menudo deriva en el exceso de celo, de tal manera que aprisiona la voluntad de ese " ser" que nos da la mano para estar junto a nosotros.
Nadie, en nombre del amor, del cariño, de los vinculos familiares o de la amistad, tiene el derecho a ejercer sobre otro ser la imposición. El verdadero cariño, quiere a pesar de, por encima de...acepta lo que tiene delante sin condiciones. Aquellas hermosas palabras que hemos escuchado todos de " querer sin límites".
Volviendo a " El Principito" cuando habla de " su rosa". Del mismo modo que el zorro le dice que es responsable de lo que ha domesticado, El Principito comprende que hay muchas rosas, pero ninguna es como su rosa, porque para él es única y diferente a todas las demás y la quiere, y ese sentimiento puro es lo que le hace sentirse responsable de ella para que siga siendo todo aquello que ve en la flor aunque existan otras semejantes a ella.
Ese es el sentimiento, ser únicos para quienes nos quieren, considerar únicos a quienes queremos, sentirnos responsables de ellos y del cariño sin querer cambiarlos por otros ideales o desecharlos por no ser como nosotros queremos.
Bien si somos zorros domesticados, rosas hermosas o Principitos con responsabilidades en nuestras manos, lo importante es saber que el amor sin límites es lo que mueve nuestras vidas.
Pilar Martinez Fernandez ( Septiembre 2010)
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