Me pregunto cuándo es el momento preciso, o al menos, ese momento en el que se siente con absoluta certeza, que estás en la plenitud de la vida. Eso que llamamos estar en la flor de la vida. A días se puede percibir ese atisbo de satisfacción ante nuestra capacidad resolutiva frente a las vicisitudes y responsabilidades, pero también a días se siente el peso del tiempo, a veces implacable cuando hechas cuentas y los años van sumando décadas que más bien pareciera que has vivído de dos en dos.
Ayer, comprando en una tienda de ropa, colocando bien las perchas y la ropa que se alineaba en los percheros, había un muchacho joven que pareciera haber salido de una pasarela de modelos. Bien peinado, bronceado y vestido con ropa de la firma de la tienda que le marcaba los esculturales pectorales de un modo que no debaja indiferente a golpe de mirada.
Pensé, ese muchacho está en la flor de la vida, por su juventud, su físico...sin embargo, enseguida me vino a la mente las imagenes de mis propios hijos, y pensé: - ese muchacho podría muy bien ser mi hijo.
Ese pensamiento, como una revelación inquietante, me llevó a ver una realidad que nunca he negado pero que resulta magullante para la autoestima: - Caramba, que mayor soy ya. Y, claro, enseguida caes en la cuenta de que eres mujer y que, efectivamente, a tí te gustan los hombres, sin embargo hay ya un límite tácito en el que no habías reparado, y es que esos chicos que salen en las revistas y en anuncios, por la edad, pueden ser tus hijos. Los mios tienen 19 y 21 años...casi nada¡¡, y visten, se peinan y se cuidan en el gimnasio como el chico de la tienda de ropa o los de todos esos anuncios que vemos tan a menudo.
Los ojos se fijan en cosas bonitas, bellas, sugerentes, es cierto, y quizá sea algo que nosotros ni siquiera controlemos, cuestión de estética y ciertos canones que se pre establecen, pero cuando miras hacía dentro y te buscas, resulta que encuentras en tí una realidad que sin disgustarte, te devuelve al contexto en el que debes situarte por la ya vivído y por lo que te queda por vivir, aceptando que hay juventud trás de tí guapa y hermosa.
Hoy me siento más mayor que ayer. No me deprime en absoluto, simplemente me ha hecho caer en la cuenta de que tengo hijos en la flor de la juventud mientras que yo, ya voy siendo un robusto arbusto. ¡ Qué se le va a hacer¡.
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