jueves, 16 de abril de 2009

Pozuelo y Rocío.

Como le prometí a mi amiga Rocío, su particular relato de
" amor", tiene aquí su espacio. Pozuelo, no es el burrito, aunque su pasión por estos animalitos es también sabida por quienes la conocemos. En realidad, Pozuelo es su querido pueblo, el lugar del cúal guarda sus más entrañables recuerdos de infancia y dónde sigue pasando temporadas siempre que puede con su familia.

Os recomiendo la lectura de este pequeño relato porque está escrito desde el corazón. Es muy posible que algunos de vosotros incluso os sintaís identificados con su manera de sentir y querer a su pueblo; con la caricia de los recuerdos, de los buenos momentos vivídos, de los descubrimientos...

Yo le he prometido a Rocío que iré a conocer su pueblo. De momento, y para abrir boca, su relato y algunas de sus fotos.



Ven a Pozuelo y cuéntalo

Se dice que no crees en una cosa hasta que la ves o la tocas. Pues bien, esto es lo que pasa con Pozuelo.
Muchos dicen que Pozuelo es un pueblo pequeño, vacio, muerto, en fin lo típico, pero lo que no saben es lo que hay dentro. La gente que por casualidad pasa con el coche camino de la autovía o de otro pueblo, pasa por allí y lo único que ve son casas de adobe o ladrillo, cuatro columpios y unas cuantas calles que salen de la carretera principal. Se consuelan al ver que hay un bar y seguro que piensan que dentro habrá otros dos o tres. Pero esta gente como ya he dicho es gente de paso y seguramente no se hayan parado nunca a pensar en lo que puede tener ese pueblo de interesante por dentro. Para ellos es solo un pueblo de paso, un pueblo en el que no gastarían ni un segundo de su viaje en pararse a ver como es. No saben lo que se pierden.

Yo no nací allí, pero sé que desde el primer año de mi vida he pasado veranos, fiestas y fines de semana disfrutando de su aire.
Desde pequeña, o por lo menos desde que me llega la memoria puedo plasmar recuerdos estupendos de mis días allí. Puedo recordar el último día de colegio y desear que llegara ya el cumpleaños de mi hermana, porque sabía que después de ese día llegaba el viaje más anhelado de todo el año “las vacaciones en el pueblo”. Bajar desde casa de mis abuelos con las maletas, llenas de ropa y zapatos, con los pájaros, con las plantas y sobre todo con la cinta para el coche. Esa que siempre quería poner para ir cantando y mi abuelo decía “espera a que entremos en la carretera”. Después de un largo viaje (son 63 Km pero a mí me parecía una eternidad) por fin llegábamos y allí empezaba otra vida diferente, de película.
Un día en Pozuelo podía ser rutinario si tu querías.
- Podías levantarte a desayunar o podías saltar de la cama rápidamente para no perderte las series de la temporada de verano.
- Podías salir al patio o podías montarte un restaurante con un menú de barro y hojas.
- A eso de la una podías ir a por el pan o podías esperar en una esquina a ver si oías la furgoneta de Iván (el panadero) o del “blanco” (el otro panadero) mientras contabas el dinero para una chapata y una rosca.
- Por la tarde podías amargarte haciendo los deberes de verano o podías pensar -a ver si acabo pronto las “Vacaciones Santillana” y me voy con la bici-.
Después de esto la cena y a dormir. Je, je esto solo cambia cuando ya eres un poco más mayor.

Esto era el verano. Para muchos un completo aburrimiento, pero para otros una aventura cada tarde.
Seguramente para muchos de los paseantes que alguna vez han estado por allí, solo hayan visto casas, lagunas, unas plazas y cuatro cosillas más. Pero para alguien al que de verdad aprecia este pueblo, estos sitios no son simples lugares, cada sitio tiene su pequeña historia, alguna seguro que coincide pero todas son preciosa o importantes para quien las vivió.
Para mí, que soy la que escribe ahora, algunas de las historias que nunca olvidaré son:
- Los paseos a la “laguna de los arboles”, con sus peligros y la búsqueda de secretos en la copa de los árboles. Con sus correspondientes avisos de padres, tíos y abuelos como: “no te acerques a la manilla” o “ten cuidado con el pozo”. Seguro que a más de uno le suenan.
- La iglesia vieja, llena de historias de miedo, de intriga por ver si por fin podíamos ver las tumbas de los curas o la huesera, o de estar las chicas del grupo mirando como “dos locos” competían por ver quién llegaba a lo más alto de la torre.
- La plaza de la cotana en la que desde niños jugábamos al futbol, bailábamos y nos contábamos los más íntimos secretos.
- La parada del autobús “La Moncloa” para muchos. Este lugar daba tristezas y alegrías a raudales cuando veíamos ir y venir los coches de nuestros amigos y familiares y que tantas veces no sirvió también de cobijo para tormentas y escondites.
Otros lugares se pueden calificar ya de aventuras de alto riesgo. Vete tú sin pedir permiso a Cotanes o Cabreros y como te pillaran ya estaba armada la gorda. O acércate a Santa Ana por la noche (si tienes…..).
En fin un montón de lugares que dan un montón de historias que a lo largo del tiempo han ido cambiando la temática, desde ir a la manilla a por agua, hasta ir a la manilla a pasarte juegos de la “Nintendo DS”, pero que a cada persona le servirá de recuerdo para su cabeza.

Por eso yo invito a toda la gente, de fuera y del mismo Pozuelo a que pasen un día allí y descubran sus propias historias. Pueden encontrar desde el primer beso, hasta la dificultad de encontrar un sitio para hacer la “peña” (con la de casas viejas que hay), pasando por carreras de bicis, paseos eternos descubriendo lugares que ni te imaginabas que estaban allí, conversaciones con la gente del lugar o simplemente sentarte en el medio de una tierra y escuchar la nada y tus pensamientos.

Este es mi pueblo y esta es mi opinión sobre él. Seguro que hay gente que piensa que es todo lo contrario, pero seguro que también hay una gran mayoría que comparte mis historias, e incluso que las ha vivido como yo. A estos últimos les animo a que descubran historias nuevas y que compartan las viejas con amigos, o con sus propios hijos, que les hagan ver desde pequeños que Pozuelo no es solo un pueblo de paso, sino un pueblo para quedarse. Y a los que no piensan como yo les invito una vez más a que intenten descubrirlo un poco más que como dicen en las películas “lo bueno esta en el interior”.

Ya para finalizar solo recordar una frase que alguien dijo una vez “Pozuelo es mágico”, pero esta magia solo la podrás comprender el día en el que volviendo a tu casa des la vuelta a la cabeza para ver cómo te alejas y en ese instante una lágrima recorre tu cara mientras en la cinta del coche suena la canción “El final del verano llegó…….”

Rocío Escudero
Ferreras

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