martes, 29 de diciembre de 2009

Fabricando la Navidad


Alguien, no se sabe a quién, se le ocurrió que la Navidad debía ser un tiempo diferente, un espacio en ese continuo discurrir de los días en el que debían hacerse cosas distintas; estar más alegres, reunirse con la gente, congratularse, comer, brindar...y , por supuesto, regalar; regalar cosas materiales para seguir acumulando cantidad de enseres que bien mirado, sólo satisfacen al principio.
No sé, quizá con el tiempo el sentido práctico se pierde, o puede que no se pierda en realidad, simplemente lo ponemos entre parentesis, pero lo cierto es que cada año la maquinaria de la Navidad se pone en funcionamiento hasta desbordar su producción en valores cada vez más caros pero de peor calidad.
Creo que la Navidad, en realidad, es otra cosa, en mi tienda durante toda la navidad he puesto una frase:
"No existe la Navidad ideal, solo la Navidad que usted decida crear como reflejo de sus valores, deseos, seres queridos y tradiciones"
Que pensaís vosotros?...¿ Sois buenas fábricas de la Navidad?. A continuación, mi reflexión de este año y de paso, mis mejores deseos para todos en el 2010.
Fabricando la Navidad


Es tiempo de brillos, luces, villancicos, de sacar de las cajas esos adornos navideños con los que se engalanan los hogares, los comercios, los lugares de trabajo...
Tiempo de escribir a los amigos y parientes e mails y tarjetas navideñas llenas de frases bonitas, otras ocurrentes, algunas chistosas con nuestros mejores deseos y ganas de trasmitir alegría...
Tiempo, en definitiva, de poner a tope la maquinaria que fabrica cada año la navidad, esos días en los que se celebra casi todo como si fuera un tiempo especial y diferente al resto del año.
Lo es, desde luego, pero no en la forma ni con la distorsión que asoma en nuestras vidas, no al menos en la vida de quienes debiéramos sentirla más desde la profundidad de nuestra fe cristiana.
El otro día, en mi buzón me metieron un folleto de publicidad de una compañía de telefonía. En el folleto, muy invernal y navideño, dicho sea de paso, venía el siguiente eslogan: “ Bienvenido a la fábrica de la ilusión”.
Claro, al leer este tipo de frases, inevitablemente sientes que se está apelando a ese niño o niña que todos llevamos consigo a pesar de los años cumplidos..
Así, de pronto, al darme la bienvenida a esa peculiar fábrica, quise dar un poco de rienda a la curiosidad, así pues pasé la hoja y seguí leyendo.
La cosa fue cuando menos curiosa. Con igual sintonía para captar la atención, en el interior se comenzaba con un “ Erase una vez una fábrica...” para luego continuar: “ Asi empieza la mejor historia de estas Navidades. Una historia cargada de regalos y por supuesto con un final feliz: un movil nuevo para usted.”
Comprenderán que, después de leer ese pequeño texto publicitario, el pequeño atisbo de ilusión curioso que comenzó en la página anterior, quedara en un simplón:- ¡Pues vaya¡. Claro que al fin y al cabo ¿ Qué esperaba?. En unos tiempos dónde la publicidad juega al más ingenioso todavía, no es extraño que utilice mensajes sensacionalistas aunque luego roce el absurdo.
Pero lo cierto es que ese absurdo, nos guste o no, guarda cierta similitud con el modo en que se vive la navidad dentro de nuestra sociedad.
De pronto, llega Diciembre y nos ponemos en funcionamiento cuán fábricas de la Navidad. Pareciera que quisiéramos a toda costa buscar la felicidad sin importarnos demasiado el verdadero mensaje que tenemos que trasmitir. Creemos que tenemos que regalar por encima de todo, que tenemos que engalanar nuestra mesa y poner menús suculentos o incluso que tenemos que adornar nuestros hogares con motivos navideños porque de otro modo pareciera que no es Navidad y no hay modo de ser felices esos días.
Pero, todo esto es complementario, quizá demasiado complementario si consideramos que en muchas personas es lo único que prevalece, sin embargo detrás hay toda una materia prima que no debemos obviar.
La Navidad, en realidad, bien podría decirse que es el producto final de esa fábrica que trabaja todo el año en nuestro corazón. En el cristiano es el agradecimiento, la reafirmación y renovación de su fé ante la celebración del nacimiento de Jesús, ese niño-hombre-Dios que da sentido a cuánto cree,
y por tanto le corresponde celebrarlo con su propia entrega personal hacía cuántos le rodean; su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo, vecinos...Cómo lo haga es, simplemente, una opción en sintonía con su sentido de la generosidad, de la alegría y del propio amor que sienta por los demás, y creo que nadie, ninguna fábrica, empresa, ente o mente, puede dirigir esa celebración que ha estado fraguándose día a día y a lo largo del año en el corazón del cristiano.
Es difícil no sucumbir a tanto brillo navideño. Soy la primera en reconocerlo porque la sociedad tiene un movimiento que nos mece casi por propia inercia, pero para un cristiano Navidad debe ser algo más.
Alguien que conozco, suele decir que para él Navidad es todos los días del año. Qué gran cosa es sentir eso. Es sin duda el mejor engranaje para mover
la maquinaria de nuestra vida. Pero quizá, para los que aún somos algo torpes a la hora de mover todos nuestros resortes interiores, baste con no dejar que nos “ fabriquen la navidad” con tan floja materia prima, sino con la nuestra, la que no necesita anuncios, eslogans ni ilusiones vanas, sino fe y corazón.
Que así sea. ¡¡¡¡ FELIZ NAVIDAD¡¡¡¡.


Pilar Martinez Fernandez.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Amor a los animales



Este es mi gatito " copito". No es de una raza concreta, sin embargo, es único. Sólo él es capaz de mirarme sin juzgar, sin pensar nada malo de mí, pero sobre todo, quiere estar conmigo simplemente " estando".

Los animales sólo quieren estar con nosotros, sin prejuicios y enajenados de cuánto nos suele condicionar a los humanos a la hora de estar con nuestros semejantes.

A cambio, les solemos dar cuidados y en muchos casos, amor. De ahí nacen muchas historias personales que demuestran a diario la entrega reciproca que existe entre hombre y animal. Y, a menudo, también los más bellos sentimientos aunque de los animales se diga que les mueve su instinto, no su corazón.

Articulo publicado en Iglesia de Almodovar Nº 227

Amor a los animales

El amor está en todas partes. No tiene una forma definida pero lo envuelve todo. No se vende en ningún frasco como un elixir, sin embargo, algunas veces se puede comprar. Sé que es una afirmación arriesgada, aunque, más que arriesgada yo diría que incluso frívola, pero no. No lo es en el contexto que hoy en estas líneas me propongo contar.
Por mi ocupación profesional actual, tengo la bonita labor de atender a personas que, o bien se preocupan por el cuidado de sus mascotas o desean adquirir una. Ambos aspectos me demuestran a diario que los animales son algo más que esa connotación un tanto “ salvaje” que se suele tener de ellos por su instinto y por su supuesta irracionalidad, encontrándome al tiempo con casos verdaderamente singulares que invitan a detenerse en un análisis algo más profundo sobre la cuestión.
Empezaré por uno de los hechos que más me impresionó desde el primer momento: una mujer de unos cuarenta años entra en la tienda y con voz temblorosa pregunta: - ¿ Vendéis cobayas?.
Al contestarla que no, la mujer mostró su decepción entristeciéndosele el rostro de una manera un tanto desconcertante para mí pues no abarcaba a comprender en ese momento tanta desilusión.
Pudo quedar la cosa así sin más, sin embargo, esa mujer venía con algo más tras de sí, algo me instintivamente me movió a profundizar en esa desilusión. Le pregunté por qué quería una cobaya y no un canario, por ejemplo, animalillos que sí tenía y que cantaban que era un primor.
La contestación fue inmediata: - porque necesito un animal al que poder abrazar y querer. Cogerlo entre mis brazos y darle amor.
Naturalmente, enseguida pensé en un perro o un gato como el animal más idóneo para ese tipo de entrega personal y acogedora, algo que estaba dispuesta a proporcionarle a través de conocidos que tenían cachorros sin coste alguno, pero había unos impedimentos muy concretos para que esa opción no fuera viable. – Mi casero no me deja tener animales de ese tipo, y he pensado en un conejo o una cobaya porque no hacen ruido y puedo tenerlo en una jaula.
Una vez más la tristeza volvió a dibujarse en su cara como si una sombra volviera a ponerse encima de su cabeza. Enseguida intuí que a esa mujer le ocurría algo más que el mero hecho de buscar una mascota idónea para ella en mi tienda, y como suele ocurrir en esas ocasiones en las que todo es propicio para que conozcas otras realidades, el caudal personal de esa mujer empezó a fluir como un río en ese momento.
La mujer de unos cuarenta años que tenía frente a mí, resultó ser una de las miles de mujeres maltratadas por sus parejas en este país. Una mujer que había sufrido el peor maltrato que un ser humano puede sentir; el psicológico por un lado, y el más lacerante para la carne, la vejación y los golpes.
Había decidido denunciar a su pareja después de dos años de continua tortura física y emocional y vivía con el miedo en el cuerpo porque el maltratador la tenía amenazada a pesar de tener una orden de alejamiento.
Lo chocante quizá de esta historia para quienes no alcanzan a comprender qué puede aportar una animalillo como una cobaya a una mujer que ha sufrido maltrato, es que un sufrimiento tan grande no es fácil de eliminar y que necesita mucho tiempo para devolver, si es que alguna vez lo devuelve, el equilibrio emocional de una persona maltratada, pero he aquí lo hermoso que encierran las cosas pequeñas, o en este caso los pequeños animalillos, pues esta mujer, como enseguida comprendí sin mucho esfuerzo, necesitaba sentirse querida de alguna manera con la mirada de un pequeño ser que viera en ella su bondad. Necesitaba sentir el tacto suave y el calor de un pequeño ser que quisiera estar entre sus manos y pegada a su pecho en sus ratos de soledad, en definitiva, demostrar y sentir un poco de amor, el de un animal sí, pero despojado de toda esa posesión y obsesión que había padecido de un ser humano, de quién había dado en llamarse su compañero y quién del mismo modo le había dicho que la quería.
Es triste tener que conformarse con tan poco cuándo el corazón tiene tanta capacidad de amar, pero con esta historia pretendo demostrarles, queridos lectores, que el amor siempre busca un recoveco el cuál acomodarse por muy pequeño y mínimo que éste sea. Hay quién por razones de peso, no lo encuentra en sus semejantes y sin embargo, busca mitigarlo en su animal de compañía. Un absurdo para algunos quizá pero un bálsamo para quién ha sufrido muy profundamente el desamor y encuentra en los ojos de una cobaya, un gato o un perro, la adoración, la compañía y la fidelidad.
Cuándo vuelva a la tienda esta mujer, sabré si por fin compró una cobaya en el lugar que la recomendé, y les prometo contarles el final de esta historia, que no es otra que la de muchas y muchas mujeres que luchan por recuperar lo que les han robado miserablemente; su autoestima y su fe en el amor.
Pero permítanme contarles otra pequeña anécdota, algo más alegre, eso sí, pero sobre todo entrañable.
Un hombre entra en la tienda buscando poder comprar un periquito hembra para su padre de noventa y dos años.
- Quiero una hembra, precisamente, porque a mi padre se le ha muerto hace unos días la que tenía y está triste porque ve la jaula vacía.
A quienes se nos han ido esos pequeños “ amigos” de nuestras vidas de manera súbita, nos es fácil comprender el vacío que en un principio nos dejan. A menudo se superan enseguida pero a veces también se da el caso de que con ese animal, también se vaya una pequeña rutina que ofrecía un motivo con el qué ocupar un sosegado tiempo. Eso era, precisamente, lo que le ocurría a este anciano de noventa y dos años. Con su “ periquita”, se había ido parte de sus desvelos y su entretenimiento. Así pues, ayudarle a recuperar su ilusión, no sólo fue tarea fácil sino muy grata.
A los pocos días, el hijo volvió a la tienda y trajo a su padre con él para llevarse una periquita. Traía su jaulita bien limpia para meterla allí con una ilusión tremenda. Lo llevé hasta el apartado de la tienda dónde están las jaulas con los diferentes pájaros y allí, sus ojillos, se abrieron como platos.
- Uy, dijo todo ilusionado. Esa amarillita jaspeada que esta ahí....¡ esa, esa quiero¡. ¡ Qué bonita es¡.
Ciertamente se llevo la más brillante de pluma, y si me apuran la más idónea porque se dejó coger sin mucho esfuerzo como si, de alguna manera, supiera que estaba destinada a ese anciano que la había escogido.
La cara del anciano rebosaba dicha en ese instante. Como si le dieran un juguete nuevo a un niño. Le regalé el bebedero de agua y le llené los comederos de alpiste.
- Muchas gracias, me dijo casi engolando la voz al tiempo que sus ojillos se enternecían contemplando a su “ periquita”.
- Ya me puede decir usted el nombre que le pone eh?..Y cuídemela bien...le dije sonriéndole.
- Si, si...dijo como un niño obediente.
Pueden imaginar la sensación placentera que se puede sentir cuándo ves que haces feliz a alguien con algo tan sencillo.
Cuándo se marchaba de la tienda con la jaula de la mano y con su “ Periquita”, sentí que había vendido amor por muy poca cantidad, sin embargo en cuestión de instantes se había multiplicado por el infinito. La vida de ese anciano volvía a tener ese combustible que hasta el final de nuestros días todos necesitamos: el amor.
Pero esta anécdota, a mí personalmente, me enseñó algo más, o al menos me mostró la cara esperanzadora de la vejez.
A pesar del peso de los años y de la longevidad a la que con suerte podemos llegar si Dios nos otorga ese don, se puede mantener muy viva la chispa de la ilusión y las ganas de vivir cada día como un regalo renovado cada amanecer que despertamos. Es, en cierto modo, dejar que nuestro “ niño” interior nos hable y aflore. Algo que este hombre de noventa y dos años dejaba aflorar sin menoscabo de su sabiduría y experiencia en la vida pues, su lucidez mental, se debía a su dedicación a la lectura, entre otras cosas, durante toda su vida.
Para terminar, sólo me queda añadir que, es fácil encontrar amor a pocos pasos, lo que ocurre es que no siempre se presenta de la misma forma. El amor por los animales es, simplemente, una forma más a tener en cuenta, tal vez con sus limitaciones, o simplemente baste para quienes han sentido los zarpazos de la vida a través de sus semejantes, pero de cualquier forma amor que ennoblece, que deja aflorar bondad, desvelos, cariño, calor...aquello que desde el fondo de nuestra alma, siempre queremos para sí.
Así pues, si tienen animales, quiéranles mucho, pues como bien se dice, también son criaturas de Dios y, Él, no hay duda de que también los quiere.

Pilar Martinez Fernandez

jueves, 29 de octubre de 2009

La llamada de la libélula


La singularidad de las libélulas es que pueden plegar sus alitas y parecer hojas de un libro, de ahí su nombre. Se dice que etimológicamente
" libélula" viene de " librito". En Japón es símbolo de felicidad, éxito, coraje...y en las familias de alto linaje se acostumbra a usar este insecto como símbolo.
Desde luego es hermoso y tal vez uno de los insectos estetícamente más equilibrados. De ahí que de su observación este inspirado este articulo.
Publicado en la Revista " Iglesia en Almódovar" nª 226
Hay cosas que pueden parecer en un principio insignificantes, otras pasan inadvertidas por esa falta de observación de la que pecamos tantas veces, pero personalmente, cuánto más me detengo a observar, más cosas insignificantes en un principio pasan a ser sustanciales e incluso aleccionadoramente hermosas después.
Hace tiempo, cuando acostumbraba a limpiar en verano la pequeña piscina que tenía en mi jardín, solía ver pequeños insectos en la superficie del agua luchando desesperadamente para salir de allí y evitar ahogarse.
La mayoría de las veces eran avispas, pero también caían libélulas, alguna que otra mariposa e incluso mosquitos considerables. Su lucha contra aquello que les iba a quitar la vida me conmovía tanto que con la redecilla que solía limpiar las hojas en el agua, les cogía para depositarlos en otro lugar y así ayudarles a sobrevivir a ese infortunio. Era curioso después observar cómo los insectos seguían luchando para emprender de nuevo su peculiar vuelo. Movían sus alitas, mojadas y casi pegadas a sus minúsculos cuerpecillos hasta que conseguían que se secaran. En concreto una libélula estuvo sin rendirse casi medía hora hasta que consiguió desplegar sus trasparentes alas y volar de nuevo. Y recuerdo que de aquella observación pensé en lo milagrosa que es la existencia en sí misma en cada ser vivo, en la belleza que encierra cada criatura y en lo necesaria que es para vivir en equilibrio con la naturaleza.
Hoy he recordado esto después de volver a ver la película “ Madame Butterfly” precisamente después de ver una escena en la que, al igual que hacía yo en mi piscina, un hombre japonés se dedicaba muy afanosamente a coger del borde de un canal con una redecilla a las libélulas que se acumulaban allí presas de la humedad del lugar. Lo bello de esta escena es la meticulosidad con la que el hombre coge con sus dedos la libélula para no dañarla, como si entre sus dedos tuviera algo frágil y al tiempo valioso.
El protagonista de la película, al ver a ese hombre tan sumergido en esa tarea le pregunta: - ¿ Qué está haciendo?. Y, el hombre, mirándole le sonríe al tiempo que eleva una de las libélulas que tiene entre sus dedos y simula que vuela hasta colocarla en la palma de la mano de quién le ha preguntado.
En un siguiente plano, la libélula, tras varios aleteos, finalmente levanta el vuelo y desaparece.
Para un mero observador primario, este tipo de cosas pueden ser simplemente detalles sutiles con la naturaleza por parte de personas con una sensibilidad especial o con un sentido de la vida más elevado, y no sé equivoca en absoluto, pero he de decir más por mí misma que por cualquiera de ustedes, amigos lectores, que una vez más es el modo de mirar lo que nos hace hallar la esencia verdadera en todo cuánto nos rodea.
Dios ha creado un mundo con un equilibrio perfecto. Creado para vivir en completa simbiosis y capaz de albergar a todas las criaturas, ¿Qué es lo que le hace tan injusto en muchas ocasiones? ¿ Qué es lo que le hace tambalear y desigualar sus dos platillos en la balanza?. Pues, la respuesta es sencilla: el hombre. Nosotros mismos con nuestra aptitud de adaptar el medio a nosotros en lugar de adaptarnos nosotros al medio como hacen las plantas y los animales.
Es el hombre el que causa el desequilibrio, el que descompensa los platillos de la balanza del mundo que Dios ha creado con su sentido de la ambición, de la comodidad, del bienestar, de sus propios egoismos...
El hecho de que existan personas capaces de ver en cuánto les rodea un motivo de entrega personal más allá de sí mismos, un motivo de servir y de ser útil, es lo que le da al mundo la oportunidad de seguir manteniendo el equilibrio para no alejarse cada vez más de la belleza que guarda la perfección.
El hombre chino de la película “ Madame Butterfly” con esa voluntaria tarea que asume de salvar a las libélulas, no se hace rico ni llena su despensa de alimentos, sin embargo contribuye a que esos insectos sigan cumpliendo la tarea que les ha sido asignada cuándo fueron creados: la de polinizar plantas que luego habrán de dar su correspondiente fruto. Y, así, con toda esa cadena trófica que hace a toda criatura útil y necesaria para vivir en equilibrio con la naturaleza y por tanto con todo aquello que nos ha sido otorgado.
Así pues, pensemos y miremos un poco más allá de nuestras comodidades y de nuestras quejas. Analicémonos un poco, interioricemos para ver qué podemos hacer por ese exterior a menudo tan desequilibrado; por esas plantas bellas que nos rodean, por esos animales que habitan cerca de nosotros, por esos bosques, montes, lugares preciosos que ensuciamos con esa torpe manera de pasar por ellos, por esos rincones del planeta dónde la pobreza y la inanición se ceba con los débiles, por ese vecino o amigo que sufre por alguna razón, en definitiva, por todo aquello que acusa desequilibrio.
Es una utopía alcanzar la perfección en la tierra pero sí que podemos evitar ser menos imperfectos y ser más justos si, en lugar de quejarnos y ser críticos, abrimos nuestros cinco sentidos para percibir dónde y de qué manera podemos dar más de nosotros mismos.
Y, créanme, no hace falta irse demasiado lejos. A veces, a pocos pasos, una libélula les puede estar llamando.

Pilar Martínez Fernández

lunes, 5 de octubre de 2009

Articulo publicado en la revista " Iglesia en Almódovar" Nº 225 y en la web www.iglesia.almodovardelcampo.org


















Alas para volar

Hoy inicio estas líneas poniéndole unas figuradas alas al pensamiento para darle su oportunidad a ese interior que, a menudo, por flaquezas e inseguridades, le niego el vuelo y por tanto mi elevación más allá de la tierra firme por la cual camino.
Y, como con alas comienzo y de volar se trata, comenzaré contando una sencilla anécdota para luego, como digo, trascender con las alas del pensamiento y, una vez más, ofrecerles mi personal reflexión.
En cierta ocasión, mi hijo mayor llegó a casa con una cría de golondrina. La encontró en la calle, desorientada y sin poder levantar el vuelo. Se había caído del nido, como ocurre muy menudo con aquellos pajarillos inquietos y ansiosos por volar.
Mi hijo la trajo entre sus manos como quién albergaba algo delicado y frágil, procurándole protección al tiempo que le nacía el imperioso deseo de cuidarla.
Desde el primer momento, al verla entre sus manos tan pequeñita, con los ojos cerrados y sus plumillas aún pelusilla encrespada, sospeché que los nobles propósitos de mi hijo con esa pequeña ave iban a ser infructuosos. De niña tuve experiencias de ese tipo y excepto con un pollito que me compró mi abuela y que luego tuvimos que sacrificar porque se hizo enorme, lo cuál he de decir que aquel “ pollicidio” me provocó su correspondiente desazón, todas aquellas crías de gorrioncillos y demás, acabaron muriendo irremediablemente. Pero, aún así, decidimos ambos darle la oportunidad al indefenso polluelo para que sobreviviera.
Al principio, la cría de golondrina colaboraba con nuestros desvelos por cuidarla. Incluso, yo misma, acordándome del libro de Richard Bach “Juan Salvador Gaviota”, hasta le puse casi el mismo nombre: Juan Salvador Golondrina con la esperanza de que, al igual que la gaviota protagonista del libro, luchara por aprender a volar y planeara por el cielo.
Pero, después de tres días de celoso cuidado, la golondrina amaneció muerta.
Se impuso una vez más la propia ley natural con una pequeña ave que, por alguna razón, no debía sobrevivir a su prematuro abandono del nido.
Y he aquí dónde y a partir de esta singular experiencia, mis alas interiores empezaron a aletear. Quizá no fuera más que un pajarillo atolondrado e impaciente por vivir al margen de las propias reglas que marca la naturaleza, sin embargo, también pudo ocurrir que, a pesar de tantas cosas en su contra y de responder a su inquietud por levantar el vuelo algo prematuramente, lo hubiera conseguido finalmente a partir de ese encuentro casual a ras del suelo con mi hijo en plena calle. De haber sido así, quizá hoy hubiera podido escribir aquí que consiguió ser una golondrina singular, especial, distinta a las demás golondrinas y un ejemplo palpable de que, aún siendo un sencillo pajarillo, se puede luchar contra la adversidad y salir crecido.
No puedo escribir ese final romántico, más bien y sirviendo de eco al pensamiento primario, lo que cabe escribir es el reproche más que probable de los hermanos de nido de la pequeña golondrina de conocer su triste final : - ¡ Ves, tonta, lo que te ha ocurrido por querer volar antes de tiempo¡.
Pero esto, como digo, es lo primario. ¿ Qué nos puede enseñar, en realidad, esta anécdota ?. ¿ En qué posición debemos colocarnos?, ¿ En el de la pequeña golondrina?, o quizá ¿ en la de sus hermanos de nido?.
Sometámonos a este sencillo ejercicio con honestidad y desplegando nuestras alas interiores. Dejemos un poco a un lado los típicos pensamientos sostenidos por el siempre impertérrito sentido práctico que se le aplica a todo aquello que parece no tener posibilidades de ser de otra manera, y dejemos que afloren esas inquietudes que todos albergamos, a menudo en silencio por miedo al ridículo o simplemente por mera inseguridad.
Toda elevación, toda proyección más allá de lo establecido, conlleva el riesgo al fracaso, a no llegar y quedarse a medio camino o incluso a la soledad, pero no es menos cierto que de la adversidad, de la dificultad, han surgido grandes glorias y aleccionadoras victorias.
El hecho de recordar a Juan Salvador Gaviota, el protagonista de un libro, por cierto, recomendable por su fácil y aleccionadora lectura, me llevó a reflexionar una vez más en la esencia que encierra la diferencia, a veces cuestionada, mal interpretada e incluso rechazada por quienes siguen torpemente la inercia de la masa y del pensamiento único.
La gaviota del libro, esencialmente se empeña en vivir conforme a lo que interiormente siente muy en contra de lo que establece su “ sociedad”, pasando por diferentes etapas y aprendizajes que culminan en un total y pleno sentido de su existencia.
No voy a desvelar aquí más línea argumental del libro pues al recomendar su lectura también pretendo que descubran, amigos lectores, la valiosa lección que enseña, pero si quiero extenderme, por el contrario, en algo que considero importante.
Todos somos llamados a ser especiales y únicos. El problema es que nos lleva algunas veces demasiado tiempo conocernos plenamente, entre otras razones porque nos dejamos engullir por los convencionalismos y estereotipos que, la propia comunidad y sociedad en la cuál vivimos, marca con la etiqueta de idoneidad. Pero, ¿ Quién determina qué es lo idóneo?, ¿ Acaso no es un hecho que no hay dos seres humanos iguales?, y si esto es así ¿ No es lógico que existan tantos modos de sentir como seres humanos distintos existen?. ¿ Por qué entonces llega a resultar tan difícil para el diferente, vivir con su diferencia?, ¿ Por qué lo juzgamos, lo apuntamos con el dedo o incluso lo excluimos de nuestro espectro?
Tantos años sobreviviendo la raza humana y aún no ha aprendido a tolerarse en sus diferencias.
Dios pudo crearnos a todos iguales. Limitarse a dotarnos un cuerpo estereotipado que alimentar, con unas manos para trabajar y un corazón que simplemente bombeara sangre para que llegara a cada rincón de nuestro cuerpo físico, sin embargo, nos creó a cada uno como una obra de arte única.
Así pues, ¿ No creen que es un completo desperdicio abandonarnos tanto de pensamiento y, a menudo, también de obra?.
Pensemos al menos en ello, démonos más oportunidades. No permitamos que esos pensamientos únicos, unidireccionales, establecidos por aquellos que a todo necesitan ponerle su etiqueta como si fuéramos frascos de conserva, nos limiten y corten nuestras alas personales y únicas.
Decía Pascal que “ El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que le sostiene”. Yo, simplemente añado: las alas del hombre, no son de plumas ni tienen espolones. Son de ilusión, de esperanza, de genialidad, de amor... con unas alas así,
¿ Qué puede impedir dirigirnos hacía un horizonte infinito?. Mi conclusión: unicamente, nosotros mismos....


Pilar Martinez Fernandez.


lunes, 28 de septiembre de 2009

Valdorria, cobijo para el eremita.

Cascada de Nocedo





Pico Valdorria






Ermita de San Froilán.








Espadaña S Ramon Nonato





En el corazón latente de la montaña leonesa, dónde el río Curueño serpentea acariciando las piedras y peñascos de las Hoces de Valdeteja, nos espera el pueblo de Valdorria con la serenidad propia de esos lugares escondidos pero no invisibles que guardan humildes su encanto al intrépido viajero.
Acceder a él tras dejar atrás la cascada de Nocedo, con una caída en forma de cola de caballo de 15 metros, es aventurarse a conocer un paraje sorprendente a pesar de rodearse de cumbres modestas.
Debe su nombre al pico homónimo Valdorría, un peñasco desafiante que se alza por encima de las callejuelas y casas que forman este pueblo montañés y en el cuál viven todo el año siete familias. Ni en los días más señalados del año, fiestas de guardar y celebraciones familiares, cuentan los propios vecinos que llegan a reunirse más de cien personas. Lo confirma el párroco de la Iglesia de San Ramón Nonato diciendo con no poco pesar que su iglesia sólo consigue llenarse de más feligreses con las misas de los días en honor a los patronos del lugar; 31 de agosto San Ramón Nonato, qué dicho sea de paso, se hace llamar dicho santo “ nonato” por nacer sietemesino y por césarea, y el 2 de Mayo día de San Froilán, del cuál se cuenta que eligió este lugar como retiro eremítico en una cueva a la que accedía tras hacer él mismo 365 escalones en piedra aprovechando la orografía de la propia montaña.
Fue, precisamente, este particular modo de vida elegido por el santo en este lugar de la montaña leonesa, lo que finalmente propició la construcción de una pequeña ermita en su nombre en un escarpado bastante pronunciado, al tiempo que privilegiado por la panorámica que se abre después del voluntarioso esfuerzo que se hace en la escalada.
De este santo también cabe decir que llegó a ser obispo de León, de ahí que esta ciudad le tome como patrón y celebre sus fiestas también en su honor.
Pero quizá lo interesante de Valdorria, además de su esplendorosa panorámica, su generosa naturaleza y la espectacularidad de sus atardeceres, tornándose la montaña de un cromatismo caprichoso, debamos buscarlo en el propio corazón del pueblo; en sus gentes y en su rutina.
Valdorria solo tiene un bar, y como no podía ser de otra manera, se llama “ San Froilán”. No es difícil encontrarlo; desde el pequeño atrio de la iglesia, una callejuela en bajada discurre hacía el centro del pueblo dónde se encuentra este club social y punto de encuentro, no sólo para los escasos habitantes del lugar, sino también para quienes llegan hasta allí en coche o bien sendereando por el paraje.
No hay duda que es allí dónde podemos conocer la rutina de este lugar, el reflejo genuino de un modo de vivir atrayente para el que va de paso, sobre todo en verano, pero de marcado carácter para la gente autóctona por la crudeza a la que les somete un entorno que llegados los fríos, acostumbra a quedarse aislado.
Es Valdorria, pues, un lugar que merece la pena conocer con los cinco sentidos abiertos para comprender que la naturaleza en sus más altozanas cumbres, puede ofrecer retiro, contemplación, silencio y también la cálida acogida de sus gentes que precisamente por vivir tanto tiempo aislados, agradecen conversar con el viajero.

¿ Como llegar?


Desde León, llegar hasta Boñar. Tomar la CL-626 hasta La Vecilla para continuar por la CL-321 hacia Puerto de Vegarada. Al llegar a las Hoces de Valdeteja a la altura de Nocedo de Curueño, una carretera sale a la izquierda indicando “ Valdorria”. Tomar esa carretera y tras un empinado puerto se llega al pueblo.

Visitas recomendadas

- La subida a la ermita de San Froilan cuyo camino comienza en el mismo pueblo y es preciso subir 365 escalones. No es una subida escarpada ni de dura dificultad. El ascenso se hace en poco más de media hora a ritmo moderado. Se aconseja seguir el trazado marcado sin buscar atajos.
- La Iglesia de San Ramón Nonato. Guarda el encanto de las pequeñas iglesias parroquiales de los pueblos y su párroco es un hombre muy solícito y predispuesto a recibir a quien quiera visitar el pequeño templo tras la celebración de algún culto.
- Callejear por Valdorría, sin duda recomendable además de beber agua en su fuente.
- Una parada en el Bar San Froilán para conocer in situ el pulso y sentir de las gentes sencillas de este pueblo.














































sábado, 26 de septiembre de 2009

La gallina " Picatodo"


Mi primera incursión en el bello mundo de las letras, fue escribiendo cuentos infantiles. Los comencé escribiendo para mis hijos como un modo de aprovechar esa imaginación que derrochaba cuándo se los contaba. De aquella impronta, conseguí imaginar situaciones curiosas, quizá no muy originales ni sorprendentes, pero sí siempre con un toque aleccionador, más o menos como sigo evolucionando en la actualidad porque es algo a lo que no voy a renunciar: escribir a la vez que yo misma aprendo las lecciones sutiles de la vida.
Asi pues, y trás revolver en el baúl de mis escritos, un cajón desastre, dicho sea de paso pero también todo mi equipaje literario hasta el momento, comparto este cuento, el primero que escribí, con todos vosotros.
La Gallina Picatodo

Erase una gallina un tanto singular pues
todo lo picoteaba.
Igual le daba el trigo que la cebada, todo cuánto hallaba
Lo picoteaba y picoteaba, más nunca se cansaba.
Las otra gallinas, viéndola siempre tan afanada en su picoteo,
Dieron en llamarla “ Picatodo”.

El nombre le gustaba, no le importaba, pues picarlo todo le encantaba a la joven gallinita. Tan sólo una cosa le molestaba y era cuándo, las demás gallinas, un tanto chismosas le decían:

“ Mucho picoteas, mucho picoteas, pero nada comes, Picatodo “.

Y, es que la gallina, efectivamente, mucho picoteaba
pero nada comía.
Picoteando y picoteando se pasaba el día y
nunca se aburría, más su pico era inquieto, pero ningún grano
conseguía pasar más allá del pico para servirle de alimento.
¡ No necesito llenar mi buche como vosotras¡, les decía. Hago lo que me gusta y me basta...

Pero, un buen día ocurrió que, de tanto picotear ¡ vaya lío ¡
A la pobre gallinita, se le partió el pico.
¡ Pobre Picatodo¡, ¡ Mira lo que te ha ocurrido¡, le dijeron todas las demás gallinas...
¿ Cómo picotearás ahora con el pico roto?.

Pasaron días y semanas y
la gallina Picatodo no picoteaba
ni siquiera un poco,
¡ Que triste estaba con su pico roto ¡
Tenía hambre, pero le importaba poco,
quería mover su pico y picotearlo todo,
pero ahora, ni picoteaba ni comía
¡ Qué desgraciada se sentía¡.
Presentía que se moría.

Pero un día amaneció soledado tras una noche lluviosa,
Y viendo su pico reflejado en un charco, pegó un brinco.
¡ Su pico ya no estaba roto¡. ¡Podré volver a picotearlo todo¡,
se dijo la gallina Picatodo.

Y, muy contenta, corrió a picotearlo todo.
La cebada del granero, el pan desmigado...
pero como toda dura experiencia, entraña su lección, Picatodo algo bueno aprendió:

Picoteó y picoteó, pero de poco en poco.
Picoteó y picoteó con su pico pero tragando también para llenar su buche.
Había aprendido que la desmesura, no le convenía ni a ella ni a su pico.
¡ No quería volver a tener su pico roto ¡

De esta manera y poco a poco se
convirtió en la gallina Picapoco,
solo picoteaba cuando comía un poco,
lo cual nos enseña que, ni el exceso ni el defecto es buena cosa,
que una gallina tiene pico para picotear no lo mucho ni lo poco, sino lo que precisa para no morirse de hambre ni romper, absurdamente, su pico.


Pilar Martinez.



martes, 15 de septiembre de 2009

" V" al cuadrado

Articulo publicado en:
http://iglesia.almodovardelcampo.org/periodico_iglesia_en_almodovar_-_224_agosto_-_2009/


" V" al cuadrado

Algunas veces me sorprenden algunas jergas lingüísticas, no tanto quizá por su originalidad sino por aquello que implícitamente pretenden expresar.
No veo demasiada televisión últimamente pero de esas pocas veces que consigue captar mi atención en estos últimos tiempos escuché algo que me hizo rascarme un poco la sien con cierta perplejidad. En el contexto de una de esas series juveniles americanas dónde los chicos y las chicas suelen tener entre ellos conflictos continuos y los roles se estereotipan sin términos medios entre los chavales empollones y resabidillos y los que van de fatales por la vida, una adolescente rebelde le dice a otra totalmente opuesta a ella que, su lema existencial, era la “ V” al cuadrado. Naturalmente, la otra adolescente enseguida le preguntó: - ¿ la “V” al cuadrado?, ¿ Qué significa eso?.
Hasta ese momento la serie en cuestión me fue indiferente pero aquella cuestión me interesó; ¿ Qué significaba aquello?, me pregunté yo también. Nunca lo había oído y por otro lado la “ V” en sí misma no pasaba de ser más que una mera letra del abecedario. Pero la cosa tuvo su intríngulis, la adolescente, muy docta en apariencia, contestó:
- Pues que va a ser, tonta, Vivir la Vida. La “ V” al cuadrado...¿lo pillas?.
Acabáramos, me dije. La potencia matemática aplicada al sentido de la vida.
Bonita metáfora aunque también peligrosa en personalidades díscolas y fatales como la que aparentaba la adolescente rebelde de esa serie.
Fue precisamente ahí dónde me quedé. No continué viendo la serie en cuestión pero el mensaje caló en ese apartado que siempre le concedo a la observación y a las conclusiones de lo observado.
Ciertamente se trataba de pura ficción inspirada por algún guionista pero no es menos cierto que la realidad no dista casi nunca demasiado de la ficción y más veces de las que nos detenemos a observar, son puro reflejo.
Yo imaginé por un momento a mis hijos adolescentes haciendo acopio de ese lema, y francamente, me asusté porque aunque la vida es un auténtico y preciado regalo de Dios, el modo en el que se vive la vida es determinante para la persona, no tanto por el presente, sino por su futuro.
La “ V” al cuadrado, como el Carpe Diem y tantos otros lemas de parecido calado no son malos ni buenos en sí mismos, se convierten en regulares si no los acompaña una dosis de prudencia y consecuencia, y malos si los acompaña el libre albedrío. He aquí el peligro.
La vida es compleja, demasiado algunas veces, aunque quizá la complejidad de la vida más bien la determinemos nosotros mismos con nuestra inconformidad o incluso con nuestro proceder en esas bifurcaciones y obstáculos que nos salen al paso, pero sea como fuere soy de la convicción de que la vida, como regalo que nos es entregado desde el momento que nacemos a la luz, no es para vivirla únicamente desde la satisfacción sino también para edificarla día a día con sólidos cimientos que habrán de sostenernos hasta el final de nuestros días, unos cimientos que tendrán una argamasa no sólo con materiales de risa, diversión, aventuras y logros sino también de exigencia, paciencia, a veces sufrimiento y lágrimas, desafíos, también riesgos, vuelos rasantes y otros elevados en la sosegada plenitud. Sólo así es válido, a mi juicio el lema la “ V “ al cuadrado. Por un lado la “ V” de vivir con satisfacción y edificación, y por otro la “ V” de vida en sí misma como un regalo de Dios. Cualquier otro modo de entenderlo y de llevarlo a cabo se corre el riesgo de agotarse y desencantarse, un riesgo que corren muchos jóvenes hoy al ver solamente la vida como un continuo envoltorio de regalo que rasgar para ver el contenido y una vez alimentada esa curiosidad, nada más.
Aquellos que ya hemos visto, con más o menos clarividencia, que la vida contiene más allá de su envoltorio demasiadas cosas como para no dosificarlas, tenemos el deber moral de enseñar a quienes, por su tierna edad, ven la vida en sus bríos iniciales y frescos.
En mi ciudad, coincidiendo con Almodóvar de Campo, cada principio de Septiembre se celebran las fiestas patronales, una ocasión en la que de modo casi natural y mecánico aflora el espíritu festivo deseoso de reír y divertirse. No es ni mucho menos insano que así sea. Es más, si me apuran, lo deseable es que siempre exista un paréntesis para celebrar algo con jubilo, pero estarán conmigo que, en lo comedido está también lo razonable y por tanto el equilibrio entre lo edificante y satisfactorio.
Hoy es hoy, para usted, para mí, para mis hijos, para los suyos, para nuestros amigos, para todos aquellos a quienes queremos, pero después de hoy, sea o no fiesta, la consecuencia lógica es que llegue mañana, pasado mañana....un don y un regalo de Dios renovado cada día que amanece. Una oportunidad también renovada para que nuestra vida sea rica espiritualmente o muy pobre si nos quedamos en la superficie de lo vívido.
Así pues, creo que el mejor deseo que puedo trasmitir hoy en estas líneas, en sus fiestas y en las mías, es que vivan esa “ V” al cuadrado con espíritu festivo pero al tiempo edificante con argamasa de alegría, fraternidad, profundidad e integridad y que sean capaces de ser, al tiempo, parte de los buenos cimientos de otros, de esos jóvenes y niños que viven en nuestra comunidad y entorno.
Alguien anónimo dijo: “ Carpe Diem no significa que debamos buscar hoy todos los placeres, sino que debemos buscar y disfrutar de todos los placeres de hoy. En el camino espiritual no es preciso ir a la búsqueda de lo extraordinario, porque lo extraordinario reside en la profundidad de lo cotidiano y ordinario”.
Que así sea cada día, entonces y felices fiestas.


Pilar Martinez Fernandez.






martes, 1 de septiembre de 2009

Suena flauta ¡ Suena ¡



Puedes llegar: toda una apuesta por la integración de los discapacitados.
2003.
Encuéntralo en: N PUE.
Puedes llegar : VII edición del premio de cuentos La Rebotica. - 4ª ed.. - Madrid : Quindici, 2003.
242 p. : il. col. ; 22 cm.
ISBN 84-87835-22-8. - DL M 51946-2003.
Recoge los cuatro relatos premiados en la VII Edición del Premio de La Rebotica, el programa sociosanitario más veterano de la radio española –todos los sábados en la Cadena COPE-. El libro reúne sesenta testimonios de los miembros del Patronato “Ese Niño Diferente” –impulsor de una acción solidaria a favor de las organizaciones que luchan por la integración de los discapacitados-, del Consejo Asesor Científico de La Rebotica, del Jurado del Premio de Cuentos y de los columnistas del programa. Escritores, médicos, farmacéuticos, investigadores, políticos y periodistas, todos por la integración de los discapacitados. Todos somos discapacitados. Todos necesitamos apoyo. Pero ellos, más . Texto del editor.
CUENTOS PREMIADOS
Suena flauta, ¡suena!Por PILAR MARTÍNEZ

Toda una vida con MarioPor BERTA NOGUEIRA

Tour del PorvenirPor ANTONIO J. FERNÁNDEZ FRÍAS

La belleza de la diferencia Por MARÍA CRISTINA HIDALGO ORGAZ
Comparto hoy este cuento en mi blog para todos aquellos que no habeis leído este precioso relato o incluso para quienes ya lo conoceis. Está publicado en el libro que se editó con fines benéficos y que se detalla arriba por si alguno desea comprarlo.
Deciros que la historia está escrita a partir de mis vivencias personales con una personita para mí muy especial y que me ayudó a ver el mundo interior de una niña-mujer con discapacidad intelectual. Descubrirlo fue toda una experiencia y realmente este relato se queda corto en comparación con la realidad.
Dedicado a mi amiga Soraya, con todo mi cariño y agradecimiento, pues es parte de la historia, de la inspiración y por supuesto del premio que obtuve en su día.
Suena flauta, ¡ Suena ¡
En el desván de mi casa, en un pequeño rincón iluminado por el ventanuco del tejado abuhardillado, encontré una caja. No había nada más alrededor, solo diminutas motas de polvo que flotaban y se dejaban ver a través de los pocos rayos de luz que entraban por el ventanuco. Me acerqué hasta la caja para ver qué contenía, debió pertenecer a los antiguos moradores de esa casa que acaba de comprar.
La curiosidad me llevó a coger la caja entre mis manos. No era muy grande, del tamaño de una caja de zapatos, tampoco pesaba demasiado, era ligera y estaba cerrada.
Abrirla no me costó demasiado, tan solo tuve que levantar la tapa para descubrir lo que contenía. Dentro había una flauta; debajo de la flauta un cuaderno, dentro del cuaderno, la foto de una niña.
Curioso contenido el de la caja, me dije. ¿ quien sería la niña? y la flauta ¿ sería suya?.
Por un momento me pareció estar descubriendo un pequeño tesoro. Abrí de nuevo el cuaderno, esta vez por la primera hoja. Pude leer “ Mi diario”.
Lo cerré por puro impulso. No quería profanar algo tan íntimo como un diario. Fuera de quien fuera, lo había dejado allí olvidado y por mucho que yo hubiera comprado la casa, aquello no me pertenecía.
Bajé la caja y la dejé encima de una mesa. No sabía muy bien qué hacer con ella. Desconocía quienes habían sido los anteriores dueños de la casa, tampoco sabía donde vivían ahora. Debía devolverla pero ¿cómo?.
Mi apatía no me dejaba pensar con claridad. Me sentía sola y tremendamente triste. Mi vida estaba en uno de esos puntos donde comenzar de nuevo era un reto para el que no tenía demasiadas energías. Descubrir cada uno de los rincones de esa casa que acaba de comprar, había sido mi más inmediata ocupación. Encontrar la caja, en cierto modo me sacó un poco de esa monotonía tan absurda en la que me había sumergido por propia voluntad.
La curiosidad fue más fuerte, quería leer ese diario, me hacía falta hacer algo que me devolviera un poco al mundo real, dedicar algo de mi tiempo en cosas que dieran un respiro a la melancolía que me invadía. El cuaderno era demasiado tentador. Por otro lado, estaba la flauta, no me fijé demasiado en ella pero me pareció que no era de esas que venden de plástico.
Abrí de nuevo la caja. No pude evitar un sentimiento extraño, como si estuviera haciendo algo indebido, pero me dije que la única manera de devolver esa caja y su contenido, posiblemente fuera sabiendo a quién pertenecía, y seguramente el cuaderno desvelaría el misterio.
La caja, como si esperara ser abierta de nuevo, me enseñó todo su contenido nada más abrir la tapa. El cuaderno de tapas azules y la flauta aparecieron otra vez ante mis ojos. ¡ puedes cogernos, no tengas miedo¡, parecían decirme. Se que fue mi imaginación, difícilmente aquellos objetos inertes podían trasmitir algo que no fuera su propia inmovilidad.
Cogí el cuaderno y lo abrí por la página donde se leía “ Mi diario”. Pasé la hoja y comencé a leer:
Creo que es martes, pero no lo se muy bien. Me da igual, a mi todos los días me parecen iguales. Me levanto, desayuno, mi madre me dice _Carla, lavate los dientes-, no creo que hoy sea diferente. Hoy he decidido escribir en este cuaderno. No se como se hace, no he escrito nunca sobre mi, creo que es difícil pero quiero intentarlo. Mi compañera del taller donde encuaderno libros, me dice que solo tengo que escribir lo que me salga, cosas como que el cielo está muy azul, estoy triste, estoy contenta...cosas así. No se, a mi me parece un poco tonto escribir algo así en un cuaderno, pero bueno, voy a intentarlo, si lo ha hecho mi compañera, tambien lo puedo hacer yo. No se que escribir, el cielo hoy no esta muy azul, está como si las nubes se estuvieran peleando entre ellas, están amontonadas y algunas tienen un color muy raro, de color gris creo, un color que a mi no me gusta nada, mi color favorito es el azul....me gusta vestirme de color azul. Mi madre se empeña en vestirme de otros colores, pero a mi, me gusta el azul.

Que curioso me resultaba ese diario. No parecía estar escrito por una adolescente, se denotaba una inmadurez más propia de una niña de cinco o seis años que de alguien que ya trabajara encuadernando libros en un taller. Seguí leyendo:

Hoy me han dicho que es viernes
He querido preguntar el día que era hoy antes de escribir en el cuaderno. Me parecía algo tonto no saber que día era, aunque bueno, tampoco hoy es un día diferente a los demás. He vuelto del taller donde hoy he encuadernado más libros. Me gusta encuadernar libros, es fácil aunque al principio no me gustaba mucho. Ahora voy al taller y como tengo muchos amigos, estoy contenta. Ya le dije a Yaya, bueno en realidad se llama Soraya pero todos la llamamos Yaya, que estaba escribiendo en este cuaderno. Se echó a reir. No me gustó que se riera, no me gusta que la gente se ria de lo que digo, siempre se rien....¿porqué se rien?, no creo que diga cosas graciosas, ¿ o si?. EL caso es que...bueno cuaderno, te lo voy a contar, pero no se lo digas a nadie. Sé que soy diferente, no se porqué, nadie me lo dice, pero yo se que no soy igual a los demas. Me miro al espejo y veo que tengo dos ojos igual que todo el mundo, dos manos, dos piernas, pero hay algo en mi que es diferente. A veces me cuesta hablar, la lengua se me atasca entre los dientes, mi madre me dice que es porqué quiero hablar más déprisa de lo que puedo, pero yo creo que hay algo en mi que no me deja.

El diario no estaba muy bien escrito. Derrochaba espontaneidad, algo que me provocaba una inusitada necesidad de seguir leyendo.

Hoy ha sido mi cumpleaños
Me han dicho que hoy es 30 de mayo y que cumplo 22 años. Me han hecho una fiesta. Hemos ido a comer hamburguesas y he soplado las velas que me habian puesto en la tarta de chocolate. Me encanta el chocolate. Cuando soplé las velas, me dijeron todos que pidiera un deseo...no se me ocurría ninguno. Soplé las velas sin tener un deseo, pero dije a todos que había deseado algo para demostrar que yo tambien sabía pedir deseos. Es en estas ocasiones donde noto que soy diferente. ¿ porqué a mi no se me ocurrían deseos?, todos parecían tener uno y yo..... ¿porqué yo no no tenía uno?. Ahora si que tengo, me acabo de dar cuenta de que tengo un deseo muy muy grande. Quiero ser igual que los demás.

Deduje que Carla, era un niña especial. No era exactamente una niña pero pensaba igual que una niña, su edad no correspondía con la madurez que se perfilaba en el diario. Me enganchó su diario de tal modo que quise seguir leyendo sin importarme si lo que estaba haciendo estaba bien o mal.

Hoy comienzan las vacaciones
Estoy muy contenta. Mañana ya no tengo que ir al taller. Puedo levantarme cuando quiera...madrugar no me gusta nada. Mi madre dice que soy muy dormilona, yo durmiendo me siento muy feliz. Sueño cosas que me gustan aunque bueno, a veces tengo sueños horribles...pero cuando quiero dormirme, me pongo a soñar cosas que me gustaría que me pasaran.
Dicen que tengo vacaciones porque llega el verano. En verano no trabajo, no voy al taller a encuadernar libros, echaré de menos a mis amigos. Pero iré a la piscina. Me gusta mucho nadar, aprendí en un cursillo. No lo hago muy bien, me gustaría aprender a nadar para atrás pero me echo todo el agua en la cara y se me mete en los ojos y en la nariz. Algún día aprenderé. Mi madre me ha comprado un bañador nuevo. Es muy bonito y es de color azul. Por fin me compran algo de color azul....es mi color favorito. Yo se muchas cosas, lo que pasa que la gente me trata como si no supiera de nada. Yo les digo, YA LO SE...., y ellos se quedan sorprendidos. Hay cosas que no se, pero seguro que nadie sabe todo, tendríamos la cabeza muy grande si en ella quisieramos meter todo lo que se puede saber. Yo se por ejemplo como se llaman todos mis amigos del taller, se algunas canciones, ah....y se escribir, escribo en este cuaderno, aunque bueno, ya me ha dicho YaYa, que lo que yo hago es escribir un diario...., Yaya sabe cosas que yo no se, me da un poco de rabia. Pero yo no se lo digo, hago caso de lo que me dice y para que no se me olvido lo apunto. He puesto en la primera hoja “ mi diario” aunque bueno, yo escribo aquí cuando me apetece porque hay veces que no se me ocurre nada que escribir. Pero si Yaya dice que lo que hago es un diario, pues es un diario.

Definitivamente, Carla era una niña especial, tan especial que pese a tratarse de una mujercita de veintidos años encerrada en una mente infantil, tenía mucho pero mucho que contar. Me estaba provocando una mezcla de ternura y curiosidad y por primera vez en bastante tiempo, algo me hacía sonreir.

Hoy encontré algo...
He salido al campo con mis padres. A mis padres les gusta mucho hacer excursiones. Dicen que el campo es un regalo que nos hace Dios para que podamos oxigenar nuestro cuerpo y nuestro espíritu. No entiendo muy bien lo que significa, a mi el campo me gusta mucho. Siempre que me pongo debajo de un árbol me quedo muy callada para poder escuchar a los pajaritos que se esconden entre las ramas. Hoy, mientras estaba debajo de un árbol, cogí un pequeño palo que había en el suelo. Mi padre, que entiende mucho de árboles, me dijo que era de fresno. No se cómo puede diferenciar un árbol de otro, a mi todos me parecen iguales, bueno iguales, iguales, no....un pino si que se que es diferente. Pero me dijo que el palo que había cogido era de fresno, y me dijo tambien que era del árbol que tenía justo encima. Asi que miré al árbol y le dije....- o sea, que tú, eres un fresno-. El árbol no me dijo nada...pero claro, ¿ que me iba a decir?...era un árbol, y los arboles, no pueden hablar. Eso tambien lo se. Me guardé la rama. La metí en la mochila donde mi madre me había metido una chaqueta. Siempre que vamos al campo, mi madre, que es muy pesada, me obliga a meter en la mochila una chaqueta. Me dice...- Carla, es por si acaso hace frio_, pero nunca hace frio, siempre que vamos al campo hace muy bueno, me parece una tontería llevar la chaqueta, además, si fuera mi chaqueta azul , todavía, pero encima es una chaqueta que tengo vieja. Hoy ha sido un bonito día y como siempre....ha hecho muy buen tiempo.

Carla, con “su diario”, me estaba demostrando cosas que yo, una persona adulta y enfadada con la vida que vivía, ni siquiera daba importancia. Para ella, cualquier cosa que la ocurría, le llevaba a hacerse preguntas, a valorar pequeñas cosas como si fueran las más grandes e importantes del mundo. Se denotaba felicidad aunque por otro lado, parecía mostrarse inquieta con lo que sabía y no sabía. Seguí leyendo.

Hoy tampoco se que día es
Se me olvidó preguntar a mi madre que día era hoy. La veo siempre tan ocupada...., pero es igual, supongo que da lo
mismo el día que sea. Encontré el palo que cogí cuando fuimos al campo. Lo había guardado en la mochila, pero se
me olvidó que lo había dejado allí. Mi madre dice que soy algo desordenada y muy despistada. No se, yo encuentro mis cosas, siempre las encuentro lo que pasa que se me olvida donde las dejo, que es diferente...¿ es eso ser desordenada?, lo que pasa que mi madre quiere colocarlo todo a su manera, dice que todo tiene un lugar, yo hay veces que no entiendo a mi madre... mi padre me dijo que el palo que cogí era de fresno, he buscado en un libro de árboles que tenemos en una estantería , he visto la foto de un fresno y se parecía mucho al que yo ví. Mi padre sabe mucho, me gustaría saber tanto como él. Estoy pensando qué hacer con el palo....le voy a preguntar a mi padre, seguro que él tiene alguna idea.

Cuanto más leía el diario de Carla, más me intrigaba y más me apetecía seguir leyendo. Las personas que habían vivido en esta casa antes que yo, parecían ser felices a pesar de tener una hija “diferente”. Asi se definía Carla, diferente y consciente de que no era como los demás, pero quizá no fuera como los demás, en eso tenía razón. Ella era capaz de ver con ojos únicos lo que otros dábamos por visto. Un simple palo de árbol, despertaba en Carla una curiosidad y unas ganas de descubrir cosas que alguien como yo, ni siquiera se hubiera tomado una minima molestia por descubrir. Cuantas veces no habré visto el campo desde el parabrisas de mi coche sin tener siquiera la intención de pararme y contemplar más de cerca un fresno, un pino o coger una rama de árbol caída. Seguí leyendo, no podía parar.

Hemos tenido una idea
Como siempre, mi padre tuvo una genial idea. Me gustaría ser como mi padre, pero se que no puedo, yo no soy tan lista como él. No me trata como los demás, él siempre me toma en serio, me dice que soy especial. Se que me quiere mucho, yo tambien a él, por eso mi padre es tambien especial. Le di el palito de fresno. Me dijo que no sabía que lo hubiera guardado y se puso muy contento cuando se lo di. Me dijo....¿sabes lo que haremos con este palo Carla?., yo le dije, ¿qué?. Haremos una flauta. ¡ una flauta¡. Qué buena idea....la verdad es que mi padre siempre tiene buenas ideas. Ojalá fuera como él, pero a mi estas cosas no se me ocurren, es como si mi cabeza fuera pequeña y esas grandes ideas fueran tan grandes que en mi cabeza no tuvieran sitio. Se lo dije a mi padre y él se echó a reir...¡ que cosas dices Carla¡, tienes una cabecita maravillosa, auténtica- me dijo, no entiendo que significa autentica, pero si mi padre me lo ha dicho, es algo bueno, seguro.

Debía de ser autentica, pensé. Alguien que es capaz de sacar de tan minúsculos detalles, conclusiones tan puras y limpias, es que está dotado de una sensibilidad especial. Yo siendo una mujer madura, me había enajenado del mundo, me había rendido ante demasiadas cosas, en cambio, Carla, una niña en cuerpo de mujer, sabía cómo contentarse con las pequeñas cosas, con sentimientos tan básicos como el amor por su padre, al que sin duda adoraba. Era consciente de sus limitaciones y las aceptaba aunque por otro lado... parecía no conformarse. Pasé a la siguiente página.

Hoy si se que día es...
Es miércoles, 15 de Julio. He mirado en el calendario. Es muy fácil, si alguien te dice que día fue ayer, vas al calendario y enseguida descubres que si ayer fue 14, hoy es 15, y si ayer fue martes, hoy es miércoles. Ya nunca más diré que no se el día que es....he aprendido a mirar en el calendario ¿ como he podido tardar tanto en aprender algo tan fácil?. Tambien he aprendido a buscar en el diccionario...busqué lo que significaba “autentica”, aunque no comprendí muy bien lo que decía el diccionario. Le pregunté a mi padre y me dijo que ser autentica es ser como soy. O sea que esa palabra es como decir “ Carla es Carla”. Pues sigo sin entender. Bueno es igual, ahora estoy impaciente por contar lo que me ha ocurrido hoy. Nunca olvidaré que hoy es 15 de julio...ha sido un día muy feliz. Mi padre me ha dado una sorpresa. Ya casi no me acordaba del palito de fresno. Mi madre siempre me dice que soy algo olvidadiza y que un día se me va a olvidar que tengo cabeza. Tiene razón, si no fuera por ella, muchas veces saldría de casa en zapatillas. Siempre está muy pendiente de mi, yo me enfado con ella y le llamo pesada, pero mi madre sigue ahí, cuidándome sin importarle que yo a veces sea un poco....enfadique. No quiero ponerme triste, hoy estoy contenta porque mi padre me ha enseñado la flauta que ha hecho con mi palito de fresno. Es de bonita...., la ha hecho él con sus manos. Tiene los agujeros igual que una flauta de verdad, creo que tiene muchos agujeros, no consigo taparlos todos a la vez...pero es igual, aunque no sepa tocarla, para mi es la flauta más bonita del mundo. Aunque bueno, mi padre dice que me va a enseñar un truco para tocar la flauta....estoy muy nerviosa, ¡¡¡ quiero aprender a tocar esa flauta¡¡¡.

A medida que leía todos los días consecutivos que Carla escribía con su espontaneidad infantil, me engullía más y más en la apasionante lectura. Ahora había aparecido el elemento que junto al cuaderno, había permanecido allí guardado en esa caja. Cogí la flauta. Había sido tallada con mucho cuidado, con minuciosidad hasta en la concavidad que dejaban ver los agujeros. Estaba hueca casi de principio a fin excepto en la parte de la boquilla donde había una pequeña abertura. No entendía mucho de flautas pero sin duda Carla tenía mucha razón, era una flauta muy bonita, se notaba el cariño con el que había sido tallada. Ahora que estaba desgranando las aventuras de Carla, me pareció estar contemplado un precioso tesoro. Busqué la fotografía. Quería ver el aspecto de Carla después de conocer su pequeño mundo. En la foto, la que parecía ser Carla, sonreía. Enseñaba su dentadura debajo de una tremenda sonrisa. Alguien la estaba haciendo reir cuando le hicieron esa foto. Parecía feliz, aunque su edad...era incierta. Seguí leyendo.

Hoy he aprendido un truco
Mi padre me ha enseñado un truco para tocar la flauta. He esperado muchos días hasta que a podido enseñarme. Él trabaja mucho, algunos días llega a casa cuando ya casi estoy dormida. Nunca se va a la cama sin darme un beso, aunque yo, me hago la dormida. Cierro muy fuerte los ojos para que no se abran y me quedo muy quieta esperando su beso. Hoy ha llegado pronto, estaba cansado, lo se, tenía los ojos tristes y cuando mi padre tiene los ojos así...es que está muy cansado. Me llamó y me dijo:- Carla, ¿quieres aprender un truco?, ¿un truco?, le dije, si claro...me encantan los trucos. Cogió mi flauta entre sus manos. Mi padre tiene unas manos muy largas. Pudo tapar todos los agujeros con sus dedos. De repente dijo.... Suena flauta, ¡suena¡, sopló por el extremo de la flauta, y la flauta¡ sonó¡. ¿ como lo has hecho?, le pregunté. Parecía magia. Es fácil Carla, me dijo. Sólo tienes que decir Suena flauta ¡suena¡, y de la flauta si tu soplas saldrá un silbido suave. Lo intenté, dije las palabras mágicas, tapé todos los agujeros, soplé y.....¡ salió el silbido¡. Lo intenté una y otra vez, siempre salía el mismo sonido, ¡era genial¡. Después mi padre me enseñó a levantar poco a poco los dedos, primero uno, luego otro....mi padre me dijo que eran notas, notas de música o algo así. Una era do, otra re...las demás no me acuerdo. Tengo que apuntarlas. De lo que si me acuerdo es de que sólo tengo que decir, suena flauta ¡ suena¡, soplar, y la flauta sonará....

Qué historia tan extraordinaria. Había leido muchas novelas pero ninguna me impactó lo suficiente como para zambullirme en su lectura y tocar mis fibras más sensibles. Me encontraba allí, en mi casa, leyendo el diario de una niña “diferente” a la cual no conocía. Ella quería aprender sin comprender muy bien todo lo que la rodeaba, era feliz con los pequeños detalles y sabía darse cuenta pese a su juguetona inocencia, cuanto la querían y se esforzaban por cuidarla. Es mucho más de lo que sienten algunas personas. Era mucho más de lo que sentía y sabía yo, una mujer adulta y cansada de un mundo que parecía no ofrecerle nada nuevo. Llegué a la última página....

Hoy he descubierto....
He aprendido muchas cosas ultimamente. Ya no tengo miedo a los perros. Antes cuando veía al perro de mi vecina , me asustaba mucho y me quedaba quieta para que el perro no se me acercara. Un día me dijo la vecina: ¿ como puedes tener miedo de mi perro?, ven, le mandaré sentar y tu podrás acariciarlo. Al principio no me atreví, el perro me gustaba, parecía uno de mis peluches, pero ese peluche se movía, ladraba, sacaba la lengua y tenía dientes. Ven, me dijo la vecina, acaricialo ahora que esta muy quieto, ya verás como en cuanto sienta tu mano, mueve la cola. Tuve miedo pero al final lo acaricié y no pasó nada. El perro movió la cola, me hizo mucha gracia, se parecía al plumero que tiene mi madre para limpiar el polvo. Desde ese día ya no tengo miedo, cada vez que veo a “parches”lo llamó y le mando sentar para que me dé la pata....es de gracioso. Pero he descubierto otra cosa... No hace falta que diga suena flauta ¡ suena¡, cada vez que quiera tocar la flauta. Sólo tengo que soplar y tapar y destapar los agujeros para que salgan silbidos. Depende de los agujeros que tape, suena un silbido diferente. Se lo he dicho a mi padre. Se ha puesto muy contento. Yo tambien estoy contenta. He aprendido muchas cosas este año, se mirar el calendario, sé que hay un árbol que se llama fresno y que con sus ramas se pueden hacer flautas, estoy aprendiendo a tocar la flauta y no tengo miedo a los perros...¿ cuanto más puedo aprender?. Tambien sé que soy diferente...pero eso, no me importa. He aprendido muchas cosas. Cuando vuelva en septiembre al taller, se lo voy a contar todo a Yaya.

No había más páginas escritas. Lástima pensé. Carla seguramente tenía muchas más cosas que contar. Cuán fortuita había sido la manera en que ese cuaderno y la caja habían ido a parar a mis manos. Me hacía falta leer algo así, era como si realmente estuviera todo escrito para que yo lo leyera. Mi vida estaba muy vacía, había perdido ese toque de inquietud, algo contradictorio si me comparaba con Carla. Yo una mujer adulta, con todo a su favor para ser feliz, no lo era; Carla, con muchas cosas en su contra para llevar una vida normal, en cambio había sido feliz, así lo reflejaba su cuaderno. Todo le inquietaba, todo le resultaba sorprendente, y lo que más llamó mi atención, no se rendía ante sus propias limitaciones.
Después de leer el diario de Carla, cogí la flauta y cómo si de verdad aquella flauta fuera mágica dije: Suena flauta, ¡Suena¡ y silbe por el extremo con suavidad. De ese palo de fresno brotó el sonido más suave que jamás escuché; seguí tapando y destapando agujeros hasta desgranar una a una todas las notas posibles. Buscaba sorprenderme, lo mismo que Carla con aquel tosco instrumento. No se si fue magia o fueron mis ganas de descubrir el encanto que pueden llegar a tener las cosas más simples, pero lo cierto es que me sentí muy bien, sentí por una vez en mucho tiempo, que algo...me ilusionaba. Ahora sólo me quedaba hacer una cosa; encontrar a Carla, conocerla y devolverla esa caja tan hermosa y que tanto, tanto...me había enseñado.
En la última página del cuaderno, casi por casualidad, leí:

Hoy he leído....
“No importa lo que tardes en llegar, lo importante es llegar.” No se quien lo ha dicho pero espero que sea verdad. Por si acaso, lo he escrito aquí al final de mi cuaderno azul, asi no se me olvidará nunca, nunca....nunca.

Pilar Martinez Fernandez. Autora del cuento ganador en el certamen de cuentos Don Daniel de la Rebotica sobre la discapacidad. Edición 2003.

viernes, 28 de agosto de 2009

" Milagros y Palabras"




En mi vida se han obrado pequeños milagros. He aprendido a cuidar plantas, he descubierto que podía cantar, también bailar, hacer bonitas fotografías, pero sin duda el más notorio ha sido descubrir que podía escribir.” ( Pilar Martínez)




Hay cosas que parecen pequeñas siendo grandes,
tan cotidianas que sorprende
saberlas un regalo,
tan nuevas cuando alientan en su misión al alma
con la fe de un milagro,
que se encienden los ojos
aturdidos
por todo ese poder precipitado.
Entonces, susurrando entre los dedos,
las palabras se vuelven locas
por coronar la cima
donde sostiene el corazón la luna,
haciéndose posible
cultivar la ilusión
que germina en las páginas
de ese libro
titulado: “ La Vida”
Alicia de M G

miércoles, 19 de agosto de 2009

Iscar Medieval





















Iscar, dos días en el medievo

Una de las épocas que más atrae últimamente recrear y traer al presente es la Edad Media.
Mercados, representaciones, calles de pueblos decoradas, gente ataviada con trajes de labranza, caballeros, damas, escuderos, mercaderes, animales...todo aparece de pronto en un lugar como si de un plumazo hubieran retrocedido en el tiempo y se instalaran en pleno medievo.
En realidad y aunque la ilusión nos lleve a pensar que por arte de magia un pueblo puede hacer tal regresión en el tiempo sin más, lo cierto es que en muchos casos se trata de un golpe de tuerca para promocionar ese atractivo que ya de por sí tienen muchos pueblos e incluso para mostrar los vestigios que conservan de aquellos tiempos, dicho de otro modo, una ocurrente manera de ensalzar lo que se tiene y al mismo tiempo de llamar al visitante y dar proyección al lugar haciendo que por unos días, unas calles, una muralla o una fortaleza, sean el escenario perfecto de la rutina y sociedad medieval.

Un ejemplo de ello es Iscar, un pueblo al sureste de Valladolid que limita con Segovia, en plena Tierra de Pinares.
En lo alto de uno de sus cerros tiene un castillo gótico del siglo XV asentado, según afirman, sobre ruinas del siglo XIII con una torre del homenaje cuya singularidad es un planta pentagonal en piedra de sillería y rodeada por una muralla que ocupa todo el perímetro de dicho cerro.

En 1998 después de cierto aletargamiento con respecto a la conservación del rico patrimonio artístico y arquitectónico que posee Castilla y León, se descubren algunas estancias del castillo y desde ese momento hasta hoy, todos los esfuerzos se aúnan para trabajar en su continua rehabilitación, motivo que ha llevado a la villa de Iscar a celebrar durante once años consecutivos una feria medieval.

Una feria para una noble causa

En la edición de este año 2009, durante los días 4 y 5 de Julio el castillo de Iscar volvió a convertirse en toda una fortaleza del medievo. En su XI edición, el lema fue “ Maestro y aprendiz”, una temática cuya pretensión fue traer a nuestros tiempos aquellas viejas costumbres y oficios que marcaron la cotidianidad de una sociedad artesana por antonomasia pues, del mismo modo que eran capaces de elaborar quesos, dulces o jabones para su propia autoabastecimiento, podían trabajar con maestría el cuero, los metales, el cristal o incluso el mármol para hacer figuras.
La idea, un año más, no se centró en hacer una feria comercial, sino de trabajo. He aquí lo llamativo de esta feria y retrospectiva al pasado en la que se envuelve Íscar. No se trata de un mercado en el que comprar, simplemente. No; las normas de la feria establecían muy explícitamente en su programación el fin principal: la recaudación a través de la venta en los diferentes puestos de sus artículos, tales como collares, pulseras, dulces, quesos...etc, para continuar con la rehabilitación del castillo, presentando a su vez oficios antiguos con el propósito de rememorar y a la vez ilustrar sobre ellos en el presente.
Cabe decir que, todos los oficios y artes medievales, llegan a nuestro tiempo como no puede ser de otra manera: como un legado trasmitido de generación en generación de padres a hijos. De ahí el lema “ Maestro y aprendiz”. Tan necesario es el maestro como aquel que está dispuesto a aprender para no perder viejos oficios.
Así se trató de hacer en esta feria y a quién hasta allí se acercó pudo ver, por ejemplo, a un escultor trabajando en mármol a golpe de cortafrío y martillo, a un artesano dando forma al cristal con fuego, talleres de cocina tradicional, de alfarería, de imprenta, de extracción de resinas, de caligrafía, de elaboración de pan, queso...
Pero, del mismo modo, es llamativo y digno de mencionar otra singularidad de esta feria medieval; para comerciar en el mercado, durante esos dos días, los euros se convirtieron en maravedíes, acuñados especialmente para esta feria.
Se trató simplemente de una recreación más sin que hubiera coste añadido o gravamen para los artesanos y los compradores. En un puesto se ubicó una banca dónde se efectuaban los cambios además de haber cambistas por todo el recinto ferial situado en el castillo.

De armas y caballeros

Pero una feria medieval sin caballeros y armas, no es completa. En las inmediaciones del castillo de Iscar también pudo verse una escuela de caballeros en la cual se hicieron pruebas de formación y entrenamiento.
De igual manera, hubo demostraciones y prácticas de trabuchete, tiro con arco, espadas, tiro con catapulta e incluso, ya más con carácter de juego para los niños, pequejustas.
Y como no podía faltar en toda recreación medieval que se precie, hubo hasta nombramiento de caballeros y juramento del alcaide de la fortaleza, recayendo esta vez tan honorífico cargo en el periodista y director de la revista ARGI, Javier Pérez Andrés, quién en su alocución juró preservar la fortaleza con entusiasmo y determinación durante todo el año que durara su mandato
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Todo un teatro

Si algo puede resumir con absoluta rotundidad los dos días que vivió Iscar y los iscarienses en torno a su castillo y su feria medieval, es el teatro en toda su más amplia recreación.
La fortaleza, ya de entrada ofrece el mejor escenario para meterse sin mucho esfuerzo en un ambiente totalmente costumbrista de tan remotos tiempos, pero es encomiable el esfuerzo y el despliegue de medios que pudo verse durante la XI Feria Medieval de Iscar, pues consiguió una vez más envolver al visitante que llegó como mero observador y se marchó conociendo los usos y costumbres medievales gracias a la teatralización constante de todo aquello que fue cotidiano en la Edad Media, un ejemplo que, afortunadamente, siguen hoy muchos pueblos en España y que sirve una vez más para no perder nuestro bagaje cultural e histórico.



Texto: Pilar Martinez Fernandez.
Reportaje gráfico: Pilar Martinez Fernandez
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Información: Oficina Municipal de Turismo
www.villadeiscar.es
983.612.703

Plenitudes










"Plenitudes":




I




Hay un hombre


que cae por mi pelo


sin que sea preciso


un conjuro de luna.




Un hombre


que crece en la tormenta


para llenarme la calle


de arco iris.




Un hombre


que vive


y se hace lágrima


al sostener los sueños


si en soledad me añora.




Un hombre al fin y al cabo,


pero desnuda


ante su noche soy,


no necesito ninguna aurora.

II




Nazco cristal,


una transparencia en el viento


asimilando los colores,


un silencio en la brisa


hasta vibrar en los sonidos.


Opaca ante el talud,


la comprensión aún velada


se ruboriza en los espejos


queriendo ser,


mientras dibujo


de los pájaros


solamente las alas.




III




Cuánta simplicida ante el instante


en el que se detiene


el tiempo.




El aire de la mente se desmaya


ahogado en la emoción


que despliega el deseo.




Entonces giro


en el vértigo impoderable


que describre la órbita,


de su universo.




IV




Tomando la ceguera


que me marca por años,


voy a crear la iluminaria


que para siempre


ilumine este instante


en el que puedo,


por fin,


llegar a verle.




Alicia M.G